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Carmelo encuentra el amor en el prometido de su caprichosa hermana, desatando un torrente de secretos y aventuras que no le enorgullecen del todo, sin embargo, para ser el cachorro de un dios a veces hay que dejarse llevar por la tormenta.
Si eres un dios juega conmigo hasta la muerte y luego resucítame
Para seguir jugando
La noche era particularmente calurosa ese marzo. La familia Brambilla había organizado la fiesta de cumpleaños número veinte de Ángela, su hija mayor en la mansión de veraneo que poseían frente a las playas de Chichiriviche en el estado Falcón de Venezuela. Para esta familia de profundas raíces ítalo-venezolanas era de extrema importancia que los acontecimientos de su familia fuesen renombrados en todas las redes sociales.
Carmelo se sentía sofocado en medio de tantas personas bailando sin orden alguno, necesitaba tomar aire lo más rápido posible, se dirigió al jardín frondoso de la mansión, tan bien cuidado por los trabajadores de su padre, en especial por Pedro, el moreno musculoso que más de una vez había observado con deseo.
A sus recién cumplidos dieciocho años solía reprenderse por pensar en esas cosas tan a menudo, ni siquiera había besado a nadie aún pero cada vez más se imaginaba en los brazos de Pedro, sintiendo su olor a hombre rudo tras una ardua labor bajo el inclemente sol de la playa.
En esos instantes escuchó unos gemidos desde el balcón que sobresalía del segundo piso, reconoció la voz de su hermana susurrando ¡no te detengas!, picado por la curiosidad se estiró sobre el banco de piedra y observó que la chica estaba de espaldas al horizonte pegada a la barandilla del balcón, mientras un hombre bastante alto le alzaba el vestido, se agachaba y se perdía bajo la enorme falda de seda. Desde dónde estaba Carmelo veía las manos blancas, grandes del hombre aprisionando las manos de su hermana una a cada lado de las caderas de la chica.
Los gemidos aumentaron, mientras el observador se comenzó a calentar, sentía sus orejas rojas y el cuerpo le temblaba incontrolablemente, a tal punto que se cayó sobre los rosales que tenía en la espalda. La chica se asustó con el ruido y salió corriendo dejando a su amante agachado en la oscuridad, sin embargo, el hombre se puso de pie rápidamente y se asomó hacia los rosales, allí vio al chico de espaldas a él, enredado entre las rosas.
Así de accidentado como estaba, el chico pudo girar un poco su cabeza y vio unos enormes ojos aguamarinas brillando de ira en medio de la noche, se desesperó cuando vio que el hombre se movió fuera de su rango de visión, se desprendió de su chaqueta elegante pudiendo salir finalmente del abrazo de las espinas.
Corrió, subió las escaleras que lo separaban de las puertas de la mansión, las abrió de un empujón y entró al amplio vestíbulo, tal como él sabía estaba vacío, todos estaban en el salón del segundo piso celebrando, respirando más tranquilamente comenzó el ascenso por la gran escalera de madera que comunicaba con la fiesta cuando de repente sintió una mano fuerte que lo sujetó por su antebrazo derecho.
Asustado se dio la vuelta para encontrarse de bruces con los mismos ojos aguamarinas que había visto en el balcón, pero ahora, frente a frente, eran aún más impactantes, sobre todo porque estaban rodeados por unas pestañas negras, largas y rizadas, coronados por unas cejas grandes, pobladas. El rostro del hombre era blanco con mejillas rosadas como las de un bebé, una boca carnosa que le sonreía con sorna y enmarcado por un espeso cabello negro de ondas gruesas.
Carmelo se sintió impactado por la belleza del desconocido, además era un hombre de casi dos metros de alto, espalda ancha, cintura pequeña, piernas largas y brazos fuertes. De inmediato intentó recuperar el aliento soltándose del agarre que lo apresaba pero no tuvo éxito.
Hola pequeño fisgón –habló el hombre con una voz juvenil pero algo ronca- ¿te gustó lo que viste?
Suéltame ¿de qué hablas? –Carmelo intentaba con todas sus fuerzas zafarse pero no podía, él también tenía fuerza, practicaba deporte desde pequeño y ahora con su casi metro ochenta de estatura a duras penas alguien podía adivinar su edad- basta, suéltame.
Cállate de una vez, niñito – el hombre se acercó más a él cubriéndolo con su peso contra el pasamanos de la escalera- no puedes decirle a nadie de lo que viste entre tu hermana y yo en el balcón.
Y si lo digo ¿qué? –Carmelo estaba cada vez más molesto, ese hombre lo estaba aprisionando con toda su fuerza y el cuerpo le dolía- ¿qué harás si lo digo?
Sin esperar un instante más él hombre colocó sus labios sobre los del chico obligándole a abrir la boca y metió su lengua dentro de él de manera ruda, el chico fue tomado por sorpresa, no estaba seguro de lo que estaba pasando, dejó su lengua quieta allí, torpe en medio del torbellino que ese hombre desataba en torno a su paladar, sabiamente su agresor uso toda su boca a su antojo, sacó la lengua del chico y mordió dulcemente la punta antes de separarse de él.
Si lo dices, esto no volverá a pasar y sé que lo deseas –una gran sonrisa se dibujó en los labios del hombre mientras comenzaba a subir las escaleras- te espero arriba cachorro, cuando se te baje la erección.
El chico se ruborizó aún más ante el comentario, tenía la raíz de los cabellos sudados, sentía calor y frio a la vez, su corazón latía rápidamente, la erección no le bajaba y su boca estaba flotando en el paraíso, cada papila gustativa recordaba la presión de esa lengua larga y gruesa recorriéndolas de una manera con la que jamás soñó.
Poco a poco se calmó, subió las escaleras y se mezcló con las personas tratando de mostrarse relajado pero su mirada se perdía en la multitud buscando a ese hombre que había robado la virginidad de su boca, tenía susto de encontrarlo pero no podía pensar en otra cosa.
Su padre lo llamaba desde el otro extremo de la pista, se encontraba rodeado por una decena de empresarios que deseaban ser socios de su compañía, él sabía que tanta atención ponía a su padre de un humor extraño por lo que prefería mantenerse alejado, sin embargo se acercó poco a poco deseando no salir avergonzado esta vez.
Junto a su padre los ancianos de siempre reían felices animados por las copas, no recordó ninguno de los nombres que su padre mencionó mientras se los presentaba, era sin duda un montón de apellidos difíciles de herederos de familias que ya no figurarían más en la alta sociedad venezolana. Al final su padre pronunció el nombre que marcaría su vida desde esa noche en adelante:
¡Ah! Mi buen amigo Alexandre Ragnar –saludó su padre a un hombre detrás de él- llegas a tiempo para conocer a mi último hijo, Carmelo Brambilla, el que va a sembrar más Brambillos en el mundo.
El comentario iba acompañado de una risotada que Carmelo no alcanzó a oír, a centímetros de él y saludando a su padre estaba el demonio de ojos aguamarinas con una sonrisa burlona tan encantadora como cínica.
Un placer conocer a su cachorro –respondió Alexandre dándole la mano al chico- soy Alexandre Ragnar a su servicio señorito Brambilla.
Tras ser expulsada de su casa, Harlee se enteró de que no era hija biológica de su familia. Se rumoreaba que su empobrecida familia biológica favorecía a los hijos varones y planeaba sacar provecho de su regreso. Inesperadamente, su verdadero padre era multimillonario, lo que la catapultó a una inmensa riqueza y la convirtió en el miembro más apreciado de la familia. Mientras esperaban su desgracia, Harlee poseía en secreto patentes de diseño valoradas en miles de millones. Por su brillantez, fue invitada como mentora a un grupo nacional de aviación, atrajo el interés de varios pretendientes adinerados y llamó la atención de un misterioso personaje, ascendiendo a la cima del mundo.
¿Cómo se tortura a otra persona? Para Vincent, se trataba de atraparla en un matrimonio sin amor y llenar sus días de humillación y miseria sin fin. Estaba convencido de que la traicionera Kaitlin se lo merecía todo, y nunca se arrepintió de sus actos... hasta que estuvo ante su tumba. Kaitlin tenía veinte años cuando se enamoró de Vincent. Pasó los tres años siguientes como su humilde y dócil esposa, ayudándole a alcanzar la gloria mientras aguantaba su despiadado rencor. "¿Amor?", él se burló de ella en sus últimos momentos. "Nunca hubo amor entre nosotros". ¿Cómo se destruye a otra persona? Para Kaitlin, era hacerle comprender que se había forjado una tragedia a sí mismo. Cuando Vincent supo la verdad sobre lo que siempre había anhelado, ya lo había arruinado con sus propias manos.
"¡Ahh!". Ella solo podía gemir, a pesar de que no amaba a ese hombre; de hecho, lo odiaba. Las manos del hombre recorrían todo su cuerpo. Ella jadeó cuando él comenzó a bajarle el cierre del vestido. Este terminaba en su cadera, así que terminó con la espalda y la cintura descubiertas. "No me toq... ¡mmm!". El hombre movió sus dedos por su espalda descubierta y presionó su cabeza contra una almohada. Los toques le provocaron escalofríos a la chica. "Haré que te olvides de sus toques, besos y todo lo demás. Cada vez que toques a otro hombre, solo podrás pensar en mí". ---- Ava Adler era una omega nerd. Los demás la molestaban porque pensaban que era fea y poco atractiva. Pero Ava amaba en secreto a un chico malo, Ian Dawson. Él era el futuro Alfa de la manada Mystic Shadow. Sin embargo, a él no le importaban las reglas ni las leyes, solo le gustaba coquetear con las chicas. Ava no era consciente de la arrogancia de Ian hasta que su destino se entrelazó con el del joven. Él la descuidó y la hirió profundamente. ¿Qué pasaría cuando Ava se convirtiera en una bella capaz de conquistar a cualquier chico y, al verla, Ian se arrepintiera de sus decisiones? ¿Y si ella tenía una identidad secreta que aún no había descubierto? ¿Y si cambiaban las tornas e Ian le suplicaba que no lo dejara?
Janet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de una madre. Desafortunadamente, la anciana se enfermó gravemente y Janet tuvo que casarse con un hombre que tenía mala fama en sustitución de la hija biológica de sus padres para cubrir los gastos médicos de la criada. ¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Pero el hombre estaba lejos de ser un príncipe, aunque tenía un rostro atractivo. Ethan era el hijo ilegítimo de una familia rica que vivía una vida lujosa y apenas llegaba a fin de mes. Él se casó para cumplir el último deseo de su madre. Sin embargo, en su noche de bodas, tuvo el presentimiento de que su esposa era diferente a lo que había escuchado sobre ella. El destino había unido a las dos personas con profundos secretos. ¿Ethan era realmente el hombre que pensábamos que era? Sorprendentemente, tenía un extraño parecido con el impenetrable hombre más rico de la ciudad. ¿Descubriría que Janet se casó con él por su hermana? ¿Sería su matrimonio una historia romántica o un completo desastre? Siga leyendo para saber cómo se desarrolla el amor entre Janet y Ethan.
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