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Vengo por tu alma

Vengo por tu alma

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Bienvenidos a la fantasía perfecta. Aquí nada es lo que parece. Ella no es normal, pero nadie lo sabe. Solo quería experimentar de primera mano cómo sería ser humano por primera vez, ahora se encuentra inmersa en su propia fantasía y no recuerda quién o qué es en realidad. Creía que nadie descubriría su perfecta fachada si invocaba a un demonio solo por curiosidad, pero su error fue confiar que ese pequeño acto no tuvo resultados. Ahora hay un demonio obsesionado con ella y desea convertirla en su juguete personal mientras ella, ajena a sus intenciones, vive como una pequeña humana rebelde y malhumorada con padres adinerados, que le gusta contrariarlos haciendo todo se supone que no debe hacer. Pero su fantasía da un giro inesperado cuando un ser desconocido se infiltra sin su consentimiento y ella se ve fascinada por sus misteriosos ojos bicolores, sin saber cuáles son sus verdaderas intenciones. 🍁 Espíritus chocarreros 🍁Ojos bicolores que ponen todo patas arriba sin molestarse en pedir permiso, derrumbando todo a su paso. 🍁Y un secreto que podría cambiar toda la historia . Sumérgete en este profundo mar insurrecto, lleno de mucha intriga e incertidumbre. Y no temas, él no podrá venir por la tuya.

Capítulo 1 Avances del más allá

— ¿Estás segura de esto? — Pregunta la chica con timidez—Mira que tu madre es algo...—sonrió con nerviosismo al notar la mirada que le echaba Ankwar a la espera de lo que diría a continuación para referirse a su madre. Por lo que se removió en su lugar y soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo. —...peculiar. Y Sabes muy bien que si nos pilla...

—Relájate. Ninguno de mis padres llega temprano, así que no tienes nada de qué preocuparte—dijo Ankwar, interrumpiendo bruscamente a la chica.

Hashim, pero que chica tan gallina. Le faltaba flow.

—Sí, Ankie. Pero...— la pelirroja no pudo evitar hacer una mueca ante el mote estúpido que le puso su nueva conquista, pero lo ocultó rápidamente detrás de una sonrisa cuando esta la miró.

Ella solo era un medio para un fin y no podía arriesgarse. Ya de por sí estaba flaqueando, imagínense si se enteraba que para ella solo era un rollito más.

Además, odiaba el mote solo por el simple hecho de que su padre antes la llamaba así.

—Tú sabes perfectamente cómo es tu mamá y yo no quiero que nos agarre en esto y después me vaya a correr como si fuera una vil escoria—continuó la chica, ajena a los pensamientos de Ankwar.

Por su parte, esta intentó con todas sus fuerzas no rodar los ojos. Pero que chica tan aburrida. No obstante, a fin de cuentas, su preocupación estaba bien fundamentada.

Lo cierto era que su madre, bueno... su padre, intervenía a través de su madre y como consecuencia, la señora Assuan Shamkaro era conocida en la comunidad como una mujer obstinada, mal educada y homofóbica, como todos ellos.

Esto último era bien visto por las mujeres de la comunidad puesto que ellas tampoco estaban de acuerdo con las relaciones igualitarias. Algo que Ankwar no compartía, porque... de hecho, ella era de mente abierta y le encantaban las vaginas y las tetas, así como los penes. Pero no era algo que fuera gritando a los cuatro vientos.

Nadie de allí sabía su orientación sexual, pero si era de alto conocimiento público como le gustaba desafiar constantemente a sus progenitores llevándole la contraria y comportándose de manera inapropiada.

Ankwar estaba loquita por escapar de su casa e irse lejos de todo aquello y olvidar de donde venía, forjar su propia editorial y comportarse como una chica normal.

No como una judía con padres homofóbicos.

Aunque, cabe destacar que ella no era judía por gusto. Lo era por obligación, ya que su madre era judía, y su padre quiso adoptar las mismas costumbres para cortejarla.

Sin embargo, al parecer sus abuelos no le contaron la verdadera historia. La abuela Dumblums se enamoró de un extranjero y huyeron en cuanto se les presentó la oportunidad, logrando así, vivir una vida común y corriente sin restricción alguna debido a que ella no quería que su pequeña viviera lo mismo.

Pero Ahumrah, al parecer si quería aquello para su hija. Ankwar lo dedujo por su forma de comportarse con ella y con su madre. Por ello, ideó un plan tan perverso que hasta el gato que lo presenciara la repudiaría, por lo que tendría la excusa perfecta para huir.

—Mejor dejemos la charla para cuando estés gritando mi nombre mientras te corres en mi boca—lo ojos de la chica brillaron con expectación y Ankwar no perdió la oportunidad de distraer a la muchacha.

Se hallaban recostadas en el sofá blanco que había ubicado estratégicamente frente a la puerta de entrada. Nada podría salir mal.

La pelirroja se abstuvo de sonreír maliciosamente y se inclinó sobre la chica para capturar sus labios. Al momento en que tocaron los suyos, luchó por no apartarse de la chica con una mueca de asco; aún se excitaba, prueba de ello era la creciente humedad que fluía entre sus piernas y manchaba el sofá blanco. El olor a sexo comenzó a inundar la habitación y pronto Ank se olvidó de su ahora pasada repulsión.

Mientras la besaba, instó a la chica a que se recostara aún más sobre el mueble y dirigió su mano al pecho izquierdo de la joven, apretándolo suavemente y provocando suaves gemidos de placer que rápidamente eran tragados por su boca.

A su vez, la chica levanto la mano y fue subiéndola poco a poco. Pasándola primero por sus piernas hasta llegar a sus nalgas y acariciarlas superficialmente, para acto seguido, dirigirla al sexo chorreante de Ankwar y tocar suavemente su punto máximo de placer.

Esa mínima caricia envió casi al borde a la pelirroja, por lo que tuvo que suspirar profundamente para no correrse. Tenía que calmarse, la excitación por lo que ocurriría luego tenía su sangre corriendo por sus venas como lava burbujeante.

Al sentir el temblor de la pelirroja, apartó su mano en el acto y sonrió con picardía cuando Ankwar gruñó aún con su boca sobre la de ella.

Posteriormente, siguió con su recorrido y llevó su mano hasta los turgentes pechos de Ankwar y con sus dedos pellizcó suavemente el pezón, causando que un ardor placentero recorriera su cuerpo y fuera a parar directamente a su sexo, humedeciéndolo todavía más.

Ank presionó su seno contra la palma de la chica para que volviera a repetir el movimiento y la joven no se hizo de rogar.

Repitió la acción un par de veces más hasta que sintió que las caricias frenéticas de su chica indicaban que estaba a punto de hacer erupción, pero solo para torturarla, dejó las manos quietas.

No pasó mucho hasta que Ank se alejase con un ceño fruncido que se profundizó todavía más cuando vio su sonrisa. En ese momento no hacía falta las palabras, cada cual sabía lo que quería y se encargaba de hacérselo saber a la otra con movimientos insinuantes, tal y como estaba haciendo la chica en ese momento al alzar su pelvis suavemente.

La pelirroja entendió el mensaje con claridad y sonrió con maldad, que, lejos de prometer significaba que se tenía que tardar solo veinte minutos más para que la chica se deshiciera en sus manos, lo que sería la cereza del pastel.

Se arrodilló frente al sofá, mientras la chica se ponía cómoda y quedaba ubicada frente al rostro de Ankie.

La pelirroja tomó las rodillas de la muchacha y las extendió hasta tenerla totalmente abierta para ella. Olfateó el aire y su boca se hizo agua al oler la excitación de la chica.

Tal vez le desagradara besar sus labios, pero definitivamente, está boca era la más sabrosa de las dos.

Y así se lo hizo saber cuándo se sumergió entre sus piernas y comenzó a saborearla con avidez. De inmediato la chica comenzó a sentir un placer tan intenso que no pudo evitar alzar su cadera y mantener la cabeza de Ank entre su centro con ambas manos para mantenerla quieta.

La pelirroja decidió añadir al juego dos de sus dedos mientras su lengua hacía estragos con el clítoris de la chica, haciendo que este se hinchara a medida que la excitación aumentaba. Ankie comenzó a mover los dedos al son de sus lametazos y pronto tenía a su nueva conquista gritando como una posesa.

Una y otra vez sacaba y enterraba los dedos en el húmedo interior de la chica, al apartarse un segundo se maravilló al ver la espesa miel brotando de su abertura, mojando el sofá y parte del piso. Amando los sonidos que hacían sus dedos al hacer contacto con su humedad.

Por otra parte, la chica que estaba siendo mimada por las hábiles atenciones de la pelirroja ya no aguantaba tanta presión en su interior y para colmo su Ankie no la dejaba culminar, pues cuando sentía que estaba a punto de explotar, esta menguaba sus caricias, manteniendo su cuerpo como un constante manojo de nervios.

Así que llevó las manos a sus pechos y comenzó a acariciarlos como a ella le gustaba. Primero se los apretó suavemente y luego, con el pulgar comenzó a frotase los pezones alternando la velocidad y los movimientos.

Escuchó a lo lejos un leve murmullo, pero no le tomó mucha importancia, a lo mejor eran los vecinos de Ankie paseando. Era mucho más importante lo que esta le hacía sentir en ese momento.

Sin embargo, Ankwar no pensaba lo mismo. Cuando escuchó a lo lejos esas voces sonrió con perversidad y apresuró sus movimientos. Que comience la cuenta regresiva.

Succionó con fuerza el clítoris de la chica, arrancándole un fuerte gemido de placer y lo mantuvo entre sus dientes mientras que lo torturaba masivamente con su lengua y no lo soltó hasta que lo tuvo hinchado y palpitante.

La chica lloriqueaba de placer y se removía como una lombriz.

Nueve.

Ankwar abandonó el botón de placer de la muchacha y dirigió su atención a su abertura, introduciendo su lengua posteriormente.

Ocho.

Las voces se escuchaban más cerca y Ank se emocionaba cada vez más.

Siete.

La pelirroja recorría toda la abertura de la chica con la lengua y de vez en cuando la introducía en su interior, siempre procurando no aumentar la velocidad para evitar que se corriese.

Seis.

Las voces se escuchaban cada vez más cerca y Ank se preparó mentalmente para lo que ocurría a continuación.

Cinco.

Anwar decidió que era el momento y volvió a dirigir su lengua al clítoris de nuevo e inició su tortura reiteradamente, al mismo tiempo que acribillaba el sexo de la chica con las brutales acometidas de sus dedos, haciéndola gritar cada vez más alto.

Cuatro.

Las voces se escuchaban casi en la puerta y a Ankie le pareció increíble que la chica se encontrara tan ensimismada en sus atenciones que no escuchaba el ruido que hacían aquellas personas al acercarse.

Tres.

La chica movía su pelvis con frenetismo al son de los movimientos de la pelirroja. Necesitaba correrse, ya.

Dos.

El sonido ya podía oírse a través de la puerta y Ankwar aumentó la velocidad, amando cada momento en que el sexo chorreante de la chica emitía sonidos eróticos cada vez que sumergía sus dedos en él...

Uno.

La chica se pellizcó los pezones en un intento de llegar al orgasmo y de inmediato se hizo pedazos en la boca de Ankwar. Haciendo que el sofá blanco, la cara de Ankie y el piso se volvieran un desastre ante sus constantes fluidos que no parecían acabarse nunca.

Para la chica era la gloria haber tenido un orgasmo tan fuerte que la recorrió de la cabeza a los pies y así lo expresó con sus fuertes gritos cuando Ankie seguía lamiéndola, prolongando su placer.

Cero.

Al mismo tiempo en que la chica se corría se escuchó que una llave era ingresada en la cerradura de su casa y la puerta se abrió justo a tiempo para que las personas que se encontraban tras ella fueran participes de como la chica se desasía en un intensó orgasmo chorreante que cubrió tanto el piso como el rosto de Ankie y el amado sofá blanco de su madre.

Ni siquiera el grito de su progenitora la detuvo en su labor, dio un par de lametazos más en el clítoris de la chica y se volvió hacia el público con falsa expresión de sorpresa.

No quería mirar a la muchacha, sabía que había sido egoísta en ese aspecto pero lo que hecho estaba, hecho se quedaba.

Admitió para sí que estaba al tanto de que sus padres saldrían por unas horas y volverían con algunos amigos de la comunidad, pero no pensó que fuera toda la comuna.

Cuando su madre le informó de sus planes, de inmediato se puso manos a la obra y movió el sofá hasta situarlo frente a la puerta y luego llamó a la chica. Ya el resto era historia.

Estudió a los presentes y advirtió las numerosas expresiones que iban desde la impresión, al asco y odio. Esta última por parte de una chica que no tenía el valor de admitir que no le gustaban los penes y que para purificarse cogía como loca hasta con los indigentes.

Ocultó una mueca de desagrado, aún no entendía como no había adquirido una ETS.

Finalmente dirigió la vista a sus padres y se fijó que no sabían dónde meterse y que preferían estar en todos lados menos allí.

Y eso era lo que más le encantaba, pensó con una sonrisa.

—Ups.

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