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Sentimientos & Deseos

Sentimientos & Deseos

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¿Por qué a veces la vida es tan dura? Sentir que toda tu vida, se enfoca solo en dinero y subir de status en la sociedad… No poder amar a la persona con la cual te encuentras casada… Así es mi vida todos los días, mi nombre es Verónica Charlotte Wingburgh de Salvador y fui vendida a un viejo que abusó de mí, hasta hacerme desear la muerte y buscarla como mi única salida, al infierno al que era sometida. Tenía la piel marcada, el cuerpo destrozado por su asquerosa lujuria y todo aquel que se atreviera a ayudarme moriría. Sin embargo, ¿qué pasará cuando el hijo de mi verdugo, llegue a mi vida despertando por primera vez toda clase de deseos impuros? ¿Cómo podré resistirme a esa pasión que da vida y quema mi cuerpo solo con verlo?

Capítulo 1 ~ Prefacio ~

8 años antes

En ese momento en la Iglesia Santa Mercedes se desataba un clima muy lluvioso, el agua fría caía con firmeza al suelo y a los techos helados de los hogares de Cassidy, pero eso no era lo relevante aquí, sino la cantidad de gente que se encontraba en ella para la boda del Señor Salvador y la Señorita Wingburgh, dos familias de alta sociedad y de un gran prestigio en el pueblo.

Todos veían con atención la entrada de está para que una hermosa melodía sonara en el gran lugar, dando presencia a la joven que caminaba hacia el altar mientras todos los presentes sonreían y aplaudían a la bella novia, pero solo algunos sabían que ese casamiento solo era una obligación de parte de ella y una oportunidad de negocio para él. La afortunada de esta historia se llama Verónica Charlotte Wingburgh, que ingresaba con un vestido blanco realmente hermoso y simple a la vez. Su estilo representaba a una princesa, la falda era de seda blanca muy fina con algunos retoques de encaje del mismo color y la parte de arriba, lo combinaba con una tela de seda blanca de forma delicada y con algunos retoques de encaje, también muy sencillo y simple. Su velo era de una tela de gasa transparente con encaje de flores y que le ayudaba a cubrir su rostro lleno de tristeza por ese día.

Caminaba con lentitud hacia su futuro esposo, que se encontraba en el altar y vistiendo su traje impecable de General, pero los pensamientos de la joven solamente se trataban de huir de allí sin importar nada, pero lamentablemente no tenía a donde o con quien ir. Verónica dirigió una mirada a través del velo en dirección a su prima Elisa, que sabía lo infeliz que iba a ser durante su largo matrimonio, esta le dio una pequeña sonrisa de consuelo para que la joven continuara.

La distancia al fin se ha cortó y Don Salvador tomó la mano de Verónica para ayudarla acomodarse a su lado y así comenzó, la ceremonia con las dulces palabras del sacerdote Enrique.

- Hoy en la hermosa casa del señor… – habló el sacerdote viendo a los presentes – uniremos las vidas de Don Antonio Leopoldo Salvador y Lady Verónica Charlotte Wingburgh en sagrado matrimonio – dirigiendo la vista a los futuros señor y señora Salvador

En ese momento, la tristeza que llevaba Verónica dio a luz porque sabía lo poco que quedaba de su libertad y alegría. Agachó su mirada para ahogar las lágrimas, que estaban a punto de salir de sus ojos por el momento tan tormentoso para ella, que era la boda arreglada por sus progenitores. Mantuvo su mirada en el suelo durante todo el discurso del sacerdote, hasta que la parte fundamental de la ceremonia el: “Si, Acepto” de los novios llegó al fin.

- ¿Don Antonio Leopoldo Salvador, acepta como esposa a Lady Verónica Charlotte Wingburgh para amarla y respetarla, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separé? – dijo el padre mirando al hombre, ya algo pasado de años que se encontraba al lado de la joven

El hombre con voz segura y seria respondió a la pregunta.

- Acepto padre – dijo Antonio mientras sostenía la mano de su futura esposa con delicadeza

El padre le dio un asentamiento para ahora dirigir la mirada a la joven, que se encontraba muerta de nervios a la pregunta del sacerdote. Este la miró con dulzura para hablarle.

- ¿Lady Verónica Charlotte Wingburgh, acepta como esposo a Don Antonio Leopoldo Salvador para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separé?? – hablo mirándola con serenidad

Al escuchar la pregunta, la respiración de Verónica se paralizó por completo mientras pensaba en la libertad que perdería por completo, dio una rápida mirada a sus padres y a su prima para dirigirla al sacerdote Enrique que la veía esperando su respuesta.

- Acepto padre – dijo Verónica sin ánimo en su voz, pero con un montón de dolor acumulado

El padre siguió diciendo algunas palabras más, mientras Verónica debajo del velo, se le escapaba una lágrima traicionera de sus ojos, que representaba la condena a ser infeliz toda su vida con ese hombre a su lado. El sacerdote Enrique dio finalizada la ceremonia, con unas dulces palabras de felicidad y aliento a la pareja para luego mirarlos y decirles que al fin podían besarse. Antonio levantó el velo de Verónica con suavidad para agarrar el rostro de la joven y besarla, mientras de fondo todos los invitados sonreían y aplaudían el gesto romántico del hombre a su esposa.

Los recién casados se separaron y dirigieron la vista a los presentes, para comenzar a caminar del brazo hacia la salida de la iglesia, siendo felicitados por las personas invitadas a la ceremonia. Elisa se acercó con suavidad para darle consuelo a su prima, porque sabía perfectamente que la joven no la estaba pasando nada bien en esta absurda boda. Verónica al verla, se acercó rápidamente y la abrazó a lo que Elisa le correspondió el gesto, mientras sentía los sollozos de su prima en su hombro.

- Los odio, Eli – dijo Verónica llorando y pensando en sus padres

- Lo sé, prima – dijo Elisa abrazándola con fuerza y entendiendo, la condena que sus tíos le dieron a su prima – sabes que siempre contaras conmigo, aunque no estemos juntas

Verónica asintió para separarse dulcemente de ella y le sonrió con tristeza, a lo que Elisa le correspondió el gesto de igual manera. La joven caminó con dolor hacia su esposo, que la esperaba al lado de los padres de Verónica. Ella sin decir nada solo asintió hacia ellos en modo de despedida, para caminar al carruaje de la mano de Antonio. El hombre la ayudó a subir y próximo lo hizo él para luego, comenzar a sentir que el carro se movía. Verónica observó por última vez a sus padres y a su prima para emprender viaje a su luna de miel.

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