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LA PROFECÍA DE MANFORT

LA PROFECÍA DE MANFORT

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Manfort guarda dentro de él miles de maravillosas sorpresas, pero una de ellas pone en peligro ser descubierta, veamos si los cuatro jóvenes y la gente que los rodea puede salvarlos de tal inmenso peligro en este mundo nuevo y maravilloso.

Capítulo 1 El Inicio.

Fuerte aquel viento que silva entre las estrechas montañas de varias estaciones en un mismo tiempo, las extrañas criaturas rompen el silencio con algún canto que alegra el día y muy pocas veces la noche.

Acunada las flores por el pequeño rocío de la mañana en una de las montañas primaverales, sonando como pequeñas campanitas, las gotas de rocío resbalan hasta caer a una diminuta laguna en aquel frío suelo; el sol aún no sale, las horas son eternas por lo que el frío acecha con fuerza, las pisadas de un misterioso hacen crujir las hojas y las ramas al caminar con sus enormes botas de cuero, varios trapos cubren su cuerpo, observa a su alrededor, apenas asoma su nariz por la enorme y gruesa capa de pelaje extraño, oscuro como la noche... suave como las nubes. El poder que emanaba se podía respirar en el aire, la paz del hermoso lugar ayudaba al desconocido a expulsar su energía, una blanca llena de pureza. Sus manos desnudas, libres de aquellos guantes negros de terciopelo, se abrían y cerraban con lentitud al igual que sus dedos intentando atrapar el aire, quizás hubiera sido el frío envolviendo su piel pero no era más que el comienzo de una transformación para la siguiente descendencia.

De la tierra brotaron varias pilas de piedra liza en forma de cilindro, sobre pasaban las copas de los árboles que bailaban con la brisa en algún baile sin fin con una melodia qué era inaudible si no prestas atención, todo dentro del bosque se sentía más vivo y la causa era aquel "Misterioso". Una de las pilas era más alta que las demás, ocho en total, con una gran capucha puntiaguda en forma de sombrero—¿Era eso posible?—las pilas se unían cada vez más como si de nada se tratase formando torres como castillos de arena con algún molde invisible y aposentos que poco a poco daba la forma a un castillo majestuoso, las ventanas de forma cuadrada con abertura en el medio creadas de los pequeños rocíos eran ahora cristales resplandecientes rodeadas de marcos de madera simulando bejucos que antes eran ramas sin utilidad en aquella tierra sin habitar, la puerta principal resplandecía como la misma agua pero su material no era más que madera de un viejo tronco torcido, su cerrojo era un agujero de algo paredido al metal, su llave era algo extraño de entender pero no difícil de descifrar. A los pies del castillo varios arbustos lo acobijan con diminutas e incontables flores que desprenden aromas diferentes, a su cercanía un verdoso césped que abraza el suelo por varios metros más lejos del castillo tomando con una fuente de agua tomada de las lagunas de rocío que nunca acaban de secar, las figuras era lo que más llamaba la atención, un dragón de piedra enrolla su cuerpo acunando un pequeño león ambos mirando al cielo para soltar un rugido que se convierte en cristal, agua fresca, una verdadera maravilla, el césped continúa unos metros más hasta topar con una diminuta pared de piedra escarchada que sostenía varias rejas de color negro, hierro de las minas en las profundas montañas, verdaderas lanzas para luchar protegían aquel castillo; su entrada principal era vigilada por dos criaturas extrañas, tenían jorobas más grandes que sus cabezas, orejas puntiagudas que caían hacia abajo, ojos saltones de color naranja, sus dedos largos con uñas puntiagudas asustaban a cualquiera, su vestimenta una túnica azul oscuro tan largo que no dejaban ver sus pies, además algunos cinturones que marcaban su desnutrida figura, ambas criaturas estaban sobre un pilar de piedra a cada lado de la entrada principal con dos espadas de piedra en forma de "x" sobre su pecho y una vez colocados sus ojos se cierran. Aquello era digno de admirar pero no quedaba ahí...

Fuera de la entrada principal un sendero de piedra se coló entre el bosque en varias direcciones, de ahí lejos del castillo varias masas volvieron a salir de la tierra formando diferentes estructuras, unos minutos después el bosque se había convertido en el refugio de un pueblo, casas, tiendas con grandes ventanas de cristal, un salón a lo lejos de todo aquella maravillosa creación que sin explicación salió de la tierra por un movimiento de manos que se entumecían con el frío. Con el tiempo un lugar del que no se sabía, "el misterioso" trajo personas igual a él, ninguno de ellos se acercaba al castillo, de aquel quien apenas y salía para adentrarse en las montañas en un nuevo descubrimiento que no afectase la vida de aquella gente además de saciar su curiosidad por las diferentes criaturas que habitaban a lo lejos y así pasaron los años en aquel lugar, lejos de los que podían hacer daño.

Solo por unos pocos años se mantuvo la paz, lo que había progresado fue en vano por algún ambicioso al poder, separó a muchos de su ahora lugar natal, la oscuridad atrapó la paz y quien quiso adueñarse del castillo no pudo entrar por el poder de aquel misterioso, unos pocos años fueron suficientes para ocultar lo que nos liberaría de aquella peligrosa niebla. Nuestro mundo se quedó parado en el tiempo como un reloj sin cuerda, la nieve cubrió cada espacio de nuestro hermoso hogar, la paz ya no se podía sentir, el peligro era dueño de cada gota de nuestro ser a menos de que la verdad sea dicha y aquel misterioso que por última vez se vio en aquella ventana de cristal en la torre más alta, moviendo un objeto en sus manos con la mirada perdida en algún punto del bosque, la profecía había sido revelada ahora solo debíamos soportar la tortura de una vida bajo muertes y esclavitud. La oscuridad se irá cuando la magia de nuevo comience.

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