img VOY A DESTRUIRTE.  /  Capítulo 3 Irresponsable | 30.00%
Instalar App
Historia

Capítulo 3 Irresponsable

Palabras:2339    |    Actualizado en: 31/07/2023

itir que alguien con ínfulas de superioridad, la humille de tal modo y si no fuera por la neces

ue le dijeron fue que bajo ningún concepto podía asomar la cabeza en el séptimo p

bienvenida a la empres

perdido de casi toda la mañana, su jefe ordenó recuperar las horas perdidas

Lo cierto es que comúnmente por cada sector se ocupaban 3 personas, pero como quería castigarla por lo que hizo, dio la orden de que

segura de que no había nadie más que ella y seguramente el personal de seguridad, decidió subir

e, por supuesto, no tenía decoración alguna, pero por lo m

nos tanques de agua

illo especial, esa primera estrella que suele asomarse antes de caer la noche. —Tincho, no tienes idea de

er que su hijo no andaba en nada bueno era sangre de su sangre. Lo había llevado 9 meses en su vientre y

silencio, logra divisar a un hombre de unos 25 años aproximadamente

lo que estaban hablando, pero fue poco lo que pudo oír, porque de momento a otro el t

bre se acercaba a toda prisa a buscar las partes del celular y ella, aunque se escondiera detr

se pego el joven en cuanto la

a descubrir con el amargo de mi jefe y ya bastante lo tolere esta mañan

d que sí, dicen que es un amargo— ambos carcajean y la ayuda a levantars

ué te pasó?— Sofía era menos discreta y demasiado cu

garro el cual le arrebata y le da una pitada. —y fumando—ella abrió tan grande sus ojos como

le ante todos sus empleados.— actuando la misma voz de Alex. —y aunque me dio el trabajo debo cumplir el horario y por tanto, hasta las 20 hs no puedo irme. Lo peor es que mi hermana

realmente se interesó y el

con mi hermanita nos turnamos para que cuidarla.— él hombre asen

ometa, ¿no tienen a

o es suficiente. Si bien no vivo en un lugar caro, las cuent

su mano en la esp

él se señala. —sí

toma su mano y sin dejar de mirar sus ojos cafés

ce en un hi

pero inmediatamente s

uación, pero sí creo que, si tu jornada laboral es de 6 horas, no tienes porque quedarte 8. Independientemente del conflicto

costó mucho poder

í a sabiendas que resultaría peor el remedio que la enfermedad y recor

hos, Sofía.— y sonaba tan bello su nombre en sus labios q

cían que cualquier mujer, incluso ella, se derritiera ante su presencia y su humor ¡DIOS, SU HUMOR! Lo hacía ver demasiado sexi. S

no se dio cuenta, pe

clina porque cre

Ambos se conocieron hacia 5 años y desde entonces llevaban una relación entre idas y vueltas. Él soñaba con poder llevarla al altar,

con alguien. Algo en ella le atraía y aunque una parte de él le decía a gritos

de sus cejas y agradece que no insista en

ntestar, porque él

ace calor. ¿una gaseos

si —ahora vuelvo.— y

o mientras cierra sus ojos y disfruta de la suav

o mataron, porque estaba segura que lo ma

losinas. En el barrio, cuando había alguien que se quisiera propasar con ella, los surtía a golpes por lo que sabía que

ontró de frente con su hermano mayor, quien

— ¿qué te sucede? Andas bi

umor.— lo regaña sin mirarlo. —¡Maldición! ¡¿Es q

e le preparase un café y se lo llevara a su oficina dado que estaba trabaja

onas. Los únicos que conocían su alma rota y que, dentro de las cuatro paredes de su mansión, se desarmaba, aunque mos

pasando por encima de contratos y sus derechos por lo que no le había s

an de ti.— ese comentario que dijo por lo

e esconde

r teléfono con su novia y cómo lo conocía perfectamente, lo máximo que duraría esa conversación no superaría

escaleras abajo dejándolo a los gritos.—¡Adrián! ¡Adrián! ¡te prohíbo que me dejes hablando solo! ¡ADRÍAN!—. Pero

su vista dejándolo, peor de cu

a en la terraza, dedujo que, si no había aparecido con sus gritos su nueva emplea

rre el sitio con su mirada, hasta que la encuentra sentada en la cornisa, des

puño y cegado de furia le gritó haciendo que, del susto, se d

eja atónito y en un parp

rojándose al vacío lo inmovilizó y como aquella vez, no pudo move

l chocolate en sus manos cuando elevó su mirada se encontró con un Alexander tieso como una estatua y

¡AUXILIO!

todas partes. —¡SOFÍA!— grita con todas sus fuerzas cuando

N! ¡AUX

ces que c

e piedra donde se encontraba suspendida en el aire y fue entonces cuan

e.— pedía con lágr

carla del peligro y ambos caen al suelo y mientras tiemb

a su muer en aquella ventana, observándolo con una mirad

olvió a romp

nos le temblaban, los ojos rojos y

ado su muerte, no movió un solo dedo, no ablandó su duro corazón. De pronto parpadeó

o. Ese hombre era la c

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY