img Entre la Nieve y el Deseo  /  Capítulo 7 EL RESPETO | 26.92%
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Historia

Capítulo 7 EL RESPETO

Palabras:1424    |    Actualizado en: 21/04/2025

bien, p

oró con serenidad. Aunque su respiración estab

s por su in

lando, se aferr

eran eso

entrenados para matar en silencio. Este ataque no fue

antes de que pudiera responder, Ya

tre las sombras de la tienda, emergió de entre las mantas con la cabeza erguida

tó un gri

movió antes q

un soldado caído había dejado cerca de la tienda. Con un giro limpio, y blandiendo el acero con precisión let

serpiente cayeron

cio fue

Yael, por primera vez desde que Regina lo

rar cuando hay veneno de por medio -dijo Regina con

breve risa por lo bajo y se i

ensé que supiera blandir alg

sitar hacerlo -respondió ella-,

y asintió con r

je con usted... aunque me recuerde que no

*

calma luego del ataque. Las heridas de los soldados estaban siendo tratadas con eficien

cortó en dos a la serpiente que am

nvuelta en sedas y reglas de protocolo. Una doncella de convento, nacida para vivir entre velos y plegaria

esposa del rey. Era, quizás,

era más firme. Se aseguraban de montar vigilancia extra alrededor de su carruaje. Algunos incluso se corregían entre murmullos si alguno

se transformaba en respeto, y cómo incluso los más escépticos comenzaba

ajo el velo, la voz pausada y precisa. A pesar del calor o el polvo del camino, nunca emitía una queja, y siempre mostraba interés por el bienestar de los demás, incluso de los sirvien

rruaje con una pequeña sonrisa, con el rostro endurecido

una reverencia exagerad

calma, sin levantar la vista del libro que le

sobre los hombros -comentó Yael, dejando caer una rodilla en la tierra, mientras la observaba de pe

vicciones intactas -replicó ella suavemente, cerrando el libro y mir

pero esta vez

ta... ref

os se curvaron apenas, en un ges

ino. No sólo una reina que se aproximaba a su trono, sino el respeto gen

juego de palabras con la futura reina. Después de aquella breve conversación, se inc

aquí, entre los riscos al sur del camino, hay una pequeña vertiente termal. No es conocida por muchos, pero l

ó con cierta

ee que eso ser

pa de campaña, rodeada de hombres, sin más agua que la que se calienta en un calder

ojo a Dalia, quien ya se mostraba visiblem

un sitio

drán guardias cerca, pero nadie cruzará la línea. Lo juro po

ero su cuerpo comenzaba a resentir los días de viaje, y al

Dalia me acompaña

con respeto-. Las acompañaré hasta el

an entre los riscos, dejando ver un manto de vapor ascendiendo desde la tierra. El murmullo d

rmaciones rocosas que ofrecían privacidad natural. Helechos y flores silvestres enmarcaban el borde del estan

itar sonreír, aun

ó, más para sí mism

aceites, toallas y un peine de marfil que había empacado con la esperanz

algo ocurre, con solo

ina, sin mirarlo directamente, per

lejos, Regina se permitió relajarse por primera vez desde que salió del castillo. Mientras D

tante, al mirar su reflejo distorsionado entre las brumas termales, Regina s

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