be
umor. El sudor me corría por la espalda y la cara. Tomé mi toalla y la sequé bruscamente, tirándola a un lado. Mi iPod sonaba a todo volumen con
repasado todas mis opciones y planes en la oscu
mujer que supuestamente cambió mi perspectiva y, por lo tanto, a mí. Si lo hacía bien, podría mantener una fachada hasta demostrarle mi valía a Ben
bía explicado, mi idea pro
ra a Ben de que yo era mejor hombre de lo que él creía. Alguie
n creyera que podía enamorarme de alguien que me doblaba la edad. Ninguna de las mujeres con las que confraternizaba pa
mi cabeza. «Estás ciego, Robert. L
ita S
usar a la señorita
rado de mi asistente y la elegía a ella -y a nuestra relación- por encima de mi trabajo allí, le ganaría muchos puntos. Era diferente a cualquie
era la señ
, me la bebí de un trago y encendí mi portátil. Al entrar en la página web de la empresa, revisé los archiv
con un moño apretado. Su piel era muy pálida; me preguntaba cómo se vería bajo las hábiles manos de un maquillador y vestida con ropa decente. Entrecerrando los ojos para mirar la pantalla, observé su foto. Do
ración, frotá
no importaba lo que yo pref
ga que admitir que necesi
a sea
la pantalla, sorprendido
E
o si te d
is y media. Me sorprendió que estuviera
to despierto.
erá hoy a
te de nervios recorrerme la espalda
dije a Evan que estabas considerando acep
dientes. "T
posibilidades de que esto no llegue a nada a menos que lo convenzas de que las cosas son difere
o
uena suerte. A
ha
a actualizado anoche. Tenía un desayuno a las ocho, lo que significaba que estaría de vuelta en la of
. Contestó después de unos cuantos ti
m...
rita
Qu
aciente. Era obvio que la había
ith, soy el
a y confusa. "¿
rofundame
la imagen mental de ella apresurándo
a. "¿Hay algún probl
oficina hasta des
sil
nto personal
hablar. «Podría habe
ico de su voz-. Si Patrick entra y pregunta dónde estoy, dile que estoy e
la
ames a las once y cu
algo o simplemente re
mi asistente personal no le hacía gracia que la despertaran temprano.
i cita de las cuatro en punt
es t
ite lo que te
a Smith parecía tener agallas si las circunstancias lo permitían. Sin embargo, quería aseg
ngo ni idea de dónde estás. Te llamaré exactamente a las once y cua
No lo a
n, no tiene ningún
e en escuchar