be
este era de ladrillo, de solo cuatro plantas, y estaba rodeado de árboles. Aparqué el coche después de registrarme con el guardia de la entrada, quien me sonrió amablement
afé recién hecho y me dijo que Ben estaría conmigo enseguida. Me tomé el tiempo de asimila
con gruesos tableros de cristal, suelo de madera noble clara: todo frío y remoto. Si esta habitación era una indicación, ya no estaba en Kansas. Las paredes estaban revestidas con cálidos paneles de roble, había una mesa de juntas ovalada de madera rodeada de lujososzadas. Me acerqué, estudiando las imágenes, asimilando rápidamente la estructura
a me sacó de mi
tu cara, diría que no
ria varias veces, siempre educados y distantes; un apretón de manos profesional y un breve saludo eran la
e de su voz me impactaron. Me pregunté si el tablero de
ea, pero no es nueva. ¿Una familia usa
los brazos. «Listo, pero exitoso. El cliente es K
as eso, pero solo inc
ría escuc
zapatos que compraron sus padres. Síguelo a medida que crece, destacando algunos momentos importantes de su vida usándolos: sus primeros
uego empezó a asentir. «El product
cambias, ella no. Es tu
ante",
y agaché la cabeza ante la extraña sensación. Se a
la firmeza de su aga
y impres
tiempo. "Lo siento". Miré la pantalla, esperando pare
bert -dijo sonriendo
esponder. «Susana»,
ilencio, luego ella ha
simo. No creía haberla llamado nunca de otra forma que no fuera Se
para decirte que tu turno de l
s tres?"
Sí
ea. ¿Está todo
responder: «Señor Hoffm
ude resistirme a bro
ah, dif
e, sabiendo que Ben me e
te estaba
le di
que me pediste q
? ¿Qué
o enfadado e
ta de la oficina. Me encargaré de él cuando vuelva", le dije con una
lentía. "¿Cerrar la oficina y al
na. Cuídate y nos vemos cuando vuelva". Colgué, sin dejar de s
plice. "Creo que sé por qu
con un pequeño enco
. "Hábla
a. «Creo que ya sabes mucho de
n sorbo de café. «Tu
con la esperanza de parec
ú tie
o lo consigo, sí. Por lo tanto,
e hace eso a
estoy des
ítica estricta sobre las r
sonal tenga relaciones dentro ni fuera de
stás de
er ambas cosas con l
raste a es
S
siste
on fuerza y s
me sobr
a seguir durante horas. Rara vez hablaba de mí personalmente, así que ¿qué podía decir de una mujer a la que apenas conoc
e he conocido", dije de gol
nte mi tono y rápida
hace daño -le expli
esto." Él
ah, ella e
samos eso de las m
e ella. «Se llama Susana. La mayoría la llama S
llamaba señorita Sm
tan bonito. Seguro que
cordando su reacción anter
an azules que son insondables. Todos en la oficina la adoran. Hornea galletas para la gente; les encantan». Dudé, inte
ó alenta
ás añadir. "Sin duda, es demasiado buena para mí", admití, sabiendo en el fondo que era cierto. Estab
raerla a bo
era mi oportunidad
enti
de en casa y que alguien más trabaje. Quiero que tenga la oportun
tá disfrut
o", añadí, esperando que sonara bien. "Últimamente se l