el Destino: Un Cont
ól
nidos - T
erto, lo tenía todo, y observó a su hijo, absor
la panadería y compra
tras? -preguntó Daniel cuand
. Tráeme algo y un refresco
acu
solía tener mucho tiempo para leer, pero cuando un libro le ll
imagen del universo y un astronauta perdido en el espacio. A
Así que el único Colt que quedaba era un hombre casi imposible de conocer, ya que rara vez aparecía por el pueblo. Mientras miraba los libros en una de las estanterías, un hombre muy fragante pasó junto a ella. Su perfume era tan agradable que lo miró, de espaldas, con un libro de tapa dura en la mano. Observó atentamente su mano, grande y de dedos gruesos, y era muy alto, probablemente de 1,93 m. Era raro ver a un hombre tan alto en la ciudad, salvo en los Colts. Tenía el pelo ligeramente canoso y un cuerpo bien definido, visible incluso bajo el traje, que se ceñía a sus curvas. Bajó la vista hacia sus largas piernas y su trasero redondo. Nunca había pasado tanto tiempo admirando a un hombre con la edad s
ía a la puerta y los veía subir a un lujoso coche. "Es rico, desde luego no es de
*
ítu
São Pau
por el vestíbulo de la empresa. El rítmico sonido de sus pasos resonaba en la
abras. Una mujer despampanante de larga melena pelirroja estaba hablando con el portero. Vestida con un elegante traje de falda, exudaba una presencia imposible de ignorar. Max se quedó paralizado, con la mirada fija en ella, mientras la monótona descripción del abogado se desvanecía en su mente. Casi toda su cuerpo estaba cubierto, pero su forma de moverse, la seguridad en su postura, desprendían un encanto y una sensualidad que dejaba a cualqu
uave balanceo de sus caderas, las p
palpable. Max sintió que su corazón se aceleraba, un músculo que siempre había controlado con frialdad y determinación, ahora latía descontroladamente, traicionando su compostura. ¿Quién era esta mujer? ¿Y por qué, de repente, su presencia lo afectaba tanto? Estas preguntas resonaban en su mente, pero antes de que pudiera pensar en una respuesta, la mujer giró el rostro y sus ojos se encontraron. Fue una descarga. Como si una corriente eléctrica lo recorriera. Sus ojos, de un verde intenso, brillaban con una mezcla de misterio y desafío. Max sintió que se le cortaba la respiración por un instante. Ella sonrió levemente, un gesto sutil que parecía albergar secretos que él, de repente, deseaba desesperadamen
lo devolvió a la realidad. Junior, el abogado, carraspeaba
Junior con urgencia. "¿
tara olvidar el impacto de la visión que acababa de tener. Mi
que pretendía. Intentó concentrarse en el asunto en cuestión,
más confianza tras haber recuperad
No podemos permitir que esta situación empeore. Si no actu
o mismo. ¿Qué le pasaba? ¿Desde cuándo una simple mujer podía distraerlo tanto? Max siempre se
acción de segundo que lo hizo perder el control. Una parte de él quería dejarlo pasar, seguir adel
gado, levantando la mano. "Envía los documen
dió un poco por la re
l abogado, dándose cuenta de su impaciencia. Sabía que los documen
endo bien", añadió, intentando
éndole su confianza, y se marchó rápidam
había llevado a la pelirroja. Sabía que este no sería su último encuentro. Alg
suspiro, se dirigió a su despacho. Tenía mucho trabajo por hacer, pero algo en su interio