ad entre ellos. Cada vez que se veían, la atmósfera se volvía densa, cargada por una tensión invisible pero palpable. Era como si hubiera una barrera entre ambos, u
preguntas, mostrar interés. Pero Spencer respondía con monosílabos, con frases cortas, casi como si estuviera esquivando algo que ni siquiera él sabía qué era. Cuando hablaba, evitaba mirarla a los ojos
se sentía obligada a intentar, a buscar una conexión, un indicio de interés. Sin embargo, con cada encuentro, se daba cuenta de que él simplemente no quería estar allí. Sp
ces relacionado con la casa que estaban organizando o con asuntos prácticos del día a día. No parecía interesado en saber cómo se sentía ella ni lo que pensaba. No mostraba ninguna curiosidad p
rse a continuación. Nunca hablaban de sí mismos. No había espacio para eso. Cada uno parecía lidiar con su existencia sin ningún deseo de compartirla con el otro. Para Clarissa, eso resultaba frust
nal en sus gestos, como si solo estuviera cumpliendo una formalidad, sin emoción, sin deseo real de estar presente. Cuando él la ayudaba con algún detalle, como recoger algo que el
mente le importaba, algo que pudiera abrir una grieta en ese muro invisible que se había formado entre ellos. Habló de sus sueños, de sus aspiraciones. Quería saber si él te
ente pasa, ¿no?" dijo con una voz plana, sin entusiasmo alguno. Clarissa sintió un nudo en la garganta. La conversación terminó ahí, sin que él aportara nada signific
e no era eso. Veía el comportamiento de Spencer como un reflejo de algo más profundo, de una incapacidad para conectarse con las personas a su alrededor. Él no la veía como algui
si siempre parecía estar en otro lugar, tanto física como emocionalmente. Cuando hablaba, era solo para responder, nunca para iniciar. Y cuando escuch
hablando con una pared. A veces se preguntaba si él siquiera notaba su presencia. La trataba con cortesía, pero nunca con verdadero interés. No sabía si eso era parte de
Clarissa trataba de no desanimarse, pero no podía negar el vacío que sentía. Un vacío creado por la falta de reciprocidad, por la ausencia de afecto o in
ormarse con respuestas cortas, sin esperar más. Spencer no parecía querer saber nada de ella, y con el tiempo, Clarissa empezó a aceptarlo. No sabía si eso significaba
mbio. Sabía que, tarde o temprano, eso tendría que resolverse. Pero hasta entonces, lo único que quedaba era una convivencia sin profundidad, donde ca