la pared. Su pulgar encontró mi clítoris y se abrió paso a través de la te
surró, con su aliento "menta y granos de café recién hec
nía un acento marcado, pero usaba las palabras como un
ferencia. «Soy bastante bueno en muchas
ó y se desconec
a que saliéramos del ascensor. Bastian me rodeó del brazo como si fué
inhumana me quitaría el dolor. Lo seguí, observando su espalda ancha y su figura esbelta. Parecía que se ganaba la vida haciendo ejercicio, pero vestía como si no tuviera tiempo para
en su suite, me entreg
eb
darme ó
con esos ojos desorbitados
a una habitación ocupada. Era enorme, pero no pude detectar maletas, cargadores d
arecía el tipo de psicópata que no deja rast
nta basar todas tus decisiones futuras en los con
luego tiré la botella a la basura como si estuv
largarte. Dile que no
empecé, pero nunca log
aba en brazos y hundía sus dedos en mi trasero. Mis piernas se envolvieron alrededor de su cintura en un instante. Giró contra mí, encendiendo la lujuria en mi bajo vientre, y cuando gemí, me pellizcó el costado del muslo con
su lengua en mi
ura, muy dura, presionando contr
fuerza y gruñó, luego succionó para
osotros, apartó mis bragas
gonzosamen
la mía, mirándome fijamente. «Hora d
." Parpadeé
tro de mí, lento, provocativamente l
capaba de mis labios cada vez que se adentraba más y más en mí, sus dedos se curvaban y
a pintar mis labios con mi deseo por él, antes de volver a su nuevo lugar fa
a caliente estaba en mi cuello, barbilla, labios, y luego entre ellos otra vez. Estábamos enredados como
os sobre las mías, presionando mi palma contra su enorme erección. Ahora tenía un motivo completame
o el rit
su mano" y estaba tan llena que pensé que iba a arder. Un gruñido escapó de m
paguetis. Bastian me levantó, hundiendo los dedos en mis mejillas, sujetándome
mis bragas aún apartadas, y en lugar de lamerme y chuparme, empezó a follarme con la lengua. Enredé los dedos en su pelo, notando