r como asistente ju
o una colosal fortaleza de cristal y acero. Las torres espejadas reflejaban el cielo despejado, mientras la brisa de
a de un mundo al que solo unos pocos podían acceder. Para Inés
la entrevista con la rigurosidad de un soldado en campaña. Repasó preguntas comunes, estudió los valores corporativos, memorizaron nombres de d
bulo principal, amplio y minimalista, donde el mármol blanco y los detalle
-la voz dulce pero firme de la recep
sta para el puesto de asistente juni
eó rápidamente en su
momento,
e ella: una joven de aspecto sencillo, con ropa formal pero sin lujos, los ojos fijo
vestido con traje oscuro y corbata azul, apa
eñor Julio Cárdenas, jefe de Rec
la eficiencia casi militar de cada empleado, la precisión en cada movimiento, el
reparadas; quiso ver más allá. Le planteó situaciones reales de la empresa, le preguntó sobaquí, Inés? -preguntó, c
a su madre, el juramento gra
esde adentro. Y porque quiero que mi trabajo aquí teng
to, luego sonrió ligeramente, como si acept
á directamente a la coordinadora del departamento, la señorita Elisa Montalvo. El primer día es mañ
con información básica, un código
esperaba. Sabía que una vez dentro, cada palabra, cada gesto, c
de la ciudad. Inés escogió cuidadosamente su vestuario: un conjunto sobrio pero elegante, qu
jecutivos con portafolios, secretarias con agendas electrónicas,
breve "Buenos días, señorita Morales". Inés tomó el ascensor has
aguda y sonrisa profesional. Sin ser hostil, su expresión denotaba que no le gustaban las
ta para trabajar. Aquí no hay espacio
-respondió In
rganización de reuniones, la gestión de correos electrónicos y documentos confidenciales. Aprendió a leer entre líneas los mensajes de los ejecutivo
har. Inés tomaba nota mentalmente de cada detalle: quién decía qué, qué temas generaban ten
Los empleados no confiaban fácilmente unos en otros, y
l escritorio de Elisa, escuchó a la coordin
nta para el viernes. Fausto quiere revisar los nú
corría la espalda. Fausto Renier es
más segura. Aprendió a anticiparse a las necesidades, a manejar crisis pequ
e cristal, había alianzas ocultas, traiciones disfrazadas de amistad, y una c
Matías Renier, el heredero oficial del imperio, un hombre joven y carismático que, sin sab
o. Pero el fuego, a veces, era la únic