de Isabel c
el silencio del restaurant
ña rica goteando desprecio. "Te dije qu
lma. "Señorita, esa mesa está reservada. Puedo of
na camarera de barrio bajo ense
e miró con aburrimiento. No dijo nada, solo bebió un
vor", dijo Mate
y me susurró al oído, su aliento olía a champán. "Gente com
s. "Y gente como usted debería apren
o por fin pareció interesado. Una pe
volví a por mi teléfono olvidado. Me detuv
un año para que esa camarera se enamore de ti y de
una p
, preguntó Mateo,
itio. La harás creer que es una reina, y justo en
ineo de sus cop
Mateo. "Será una dis
fría del pasillo. No se
na opor
jugar un jue
ias reglas. Su apuesta sería mi capit
do. La noche de Madrid estaba fría