nca. Cientos de invitados, la élite de Chile, la prensa. Era la noche en que
no era en mi honor.
ultoría de la renombrada enóloga Isab
pal. Luces de colores colgando de los árboles. Mesas vestidas con manteles de lino
era una bilis ama
bitación esa tarde. Llev
esto" , dijo, lanzando
rpiño era demasiado bajo, la falda demasiado corta y con un
ondré eso
a la discusión. "Y bajarás a esa fiesta y sonrei
a luchar. Mi única bata
sentía como un animal en un zoológico. Los invitados me miraban, susurrando. Las mujer
en que se ha vuelt
o. Qué desesperad
s un santo po
ro del jardín, con su pierna elegantemente apoyada en un cojín de terciopel
ca de la salida de servicio. Me hizo una su
ir con fuerza. Faltaban
e me acercó. "Señora Lavezza
o papel doblado. Era
mental que causa esterilidad permanente. La misma que usaron en ratas de laboratorio. Hay una orden de arresto en su co
última pieza del horror encajaba. Nunca quiso que tuviera
baile nacional. La tradición dictaba que el due
su sonrisa era una mueca.
aile improvisada. Todos los
o. "O te juro que haré de tu
n automáticos, un recuerdo muscula
, sentí
no de los empleados. El hombre, fingiendo tropez
e desgarró por completo, desde
emidesnuda, solo en ropa interio
bro y risas ahogadas. Los flashes de las c
a, la humillación
esperando, tontamente, un at
solo furi
valle. "¿Cómo te atreves a avergonzar así el
mó en sus brazos y la besó apasionadamente fr
ló en aplausos pa
sola, expu
era la del diablo. Se acercó cojeando, apoyándose
e inclinó para susurrarme al oído,
Ahora, todo el mundo sabe quién eres. Una lo
uevo una máscara de falsa
presión ha sido de
ecta. Mientras todos miraban a la parej
acia la salida de servicio. Hacia la