a cuota de la mezcalería familiar, y al fin, después de
me ordenó salir en medio de una tormenta infernal para conseguir u
nes y desprecio; me quemaron, me hirieron, se rieron d
or de cócteles, y Luciana, sin dudarlo, me echó de su hacienda
io, todo lo que había aguantado por ella, no
tima vez que alguien me pisotearía, y que este dol