que antes fue escenario de nuestro amor, ah
je de flamenca andrajoso que era una cr
zón de mi vida, me había encarcelado por la mentira
Duende, el caballo regalado, una falsedad tejida c
aba públicamente a Sasha, quien envenenó su mente con cada palabr
ón, priorizando la alianza comercial sobre la di
laban en el suelo de madera, y las risas y los susurros
que, con una sonrisa triunfal, fabricó pruebas de mi supue
a mentira, y en un último acto de crueldad, Má
e empujó, y mi cabeza golpeó la mesa, dejándome aturdida y co
in, sino el incierto comienzo de una batalla por la