amado y a humillación. Llevaba tres días encerrada aquí. Tres días vestida con
terno, el que había nombrado un vino en mi hono
nabel. Es lo
te. Me obligó a servir vino a nuestros amigos, a la élite de
n mi casa, la que tra
pura raza española que Máximo me regaló. Un animal
el rostro pálido y los ojos llenos de lágrimas falsas
e antes, haciéndole pensar que yo había intentado sabotear un nego
ada. Para él, la alianza con la familia Castillo era más importante
suelo de madera. Cada vez que un invitado entraba, susurraban y se reían. Y
l agotamiento y la sed, me derrumbé. Me a
voz rota. "Lo siento. Fui
solo para que el tormento termi
recio, su rostro una má
rás aquí hasta que yo vuelva de Oporto
nuta, casi imperceptible, pero
e estaba