ba en lo deshonesto. Éramos "nuevos ricos", una etiqueta que en los círculos de Diego, Santiago y Rodrigo, era peor que ser pobre. Sus f
burridas clases de equitación y me empujó a sus círculos desde que éramos niños. Mi trabajo era ser
s populares. Aprendí a interpretar el silencio de Rodrigo como algo profundo en lugar de simple desinterés. Me convertí en una e
s de las otras familias desaparecieron. Las invitaciones dejaron de llegar. Mis "amigos" de la infancia se volvieron distantes, sus llamadas cada vez más esporádic
rsa por lo que era. Y el resentimiento
ducía hacia una de las muchas entrevistas de trabajo para las que no estaba calificada, una camioneta sin placas me ce
olor a sudor y a cigarro barato llenaba el pequeño espacio. No dijeron nada durante
ron la venda de los ojos. La habitación estaba casi vacía, solo una bombilla desnuda col
dijo el líder, su voz era una lija. "Lástima que
contraron el número de mi p
oz de mi padre
"Queremos cinco millones de pesos para maña
a voz rota de mi padre. "No los tengo. Te lo juro,
on una maldición.
te preocupes, encontraremos la
ón fue metódica y cruel. Me obligaron a posar para fotos degradantes, vestidos rasgados, lágrimas corriend
guitos ricos paga," dijo uno de ellos.
o. Solo quería que terminara. Cuando pensaba que ya no pod
mento. En el umbral, recortada contra
la habitación como una unidad de asalto. Mis secuestradores no tuvieron ti
a sus hombres. Sus ojos grises, por primera vez, no eran fríos. Estaba
s cuerdas de mis muñecas con cuidad
ño?" Su voz era
ntenido durante horas finalmente brotaron, incontrolables. Él se
fuera, el aire fresco se sintió como una bendición. Me metió en el asiento trasero
esperaba que viniera a rescatarme. Santiago habría enviado dinero. Diego habría venido a pelear, a hacer un espec
n mucho tiempo, una pequeña y peligrosa semilla de una idea comenzó a germi
ebilida
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