ergüenza. No salía de mi cuarto. Cada sombra me hacía saltar, cada
a a verme to
dormir. Otras veces me traía libros o sopa que su cocinera había preparado. Nunca me presionó par
contró mirando f
ijo suavemente, dejando una b
ngo ha
i cama. El colchón se hundió bajo
malmente una máscara de indiferencia, mostraba
, mi voz era un susurro. "¿Por qué me sa
segundo, como si estuvier
ía que hacerlo," re
ntiago no l
y en esa simple frase hab
e miraba con lástima. Era el único que parecía entenderme sin necesid
de su vigilia constante, me tomó de la
ible. Y sé que no soy la persona más expresiva del mundo. Pero lo
mpezó a lati
ro protegerte. Quiero cuidarte." Hizo una pausa, tom
me había llamado un ancla, ahora me pedía ser su novia? El recuerdo de su humillaci
ida y sola, vi en su oferta
urré. "Sí
nclinó y me besó suavemente en los labios. No fue como el primer beso torpe de nues
res discretos, a paseos por el parque. Me ayudó a preparar mis exámenes para volver a la universidad. Pagó discretament
l más improbable de los caballeros. Empecé a imaginar un futuro con él: una vida tranquila, estable, lejos del drama y la f
toda la ciudad. Habíamos cenado, y yo estaba acurrucada a su lado en el sofá, sinti
te, yo respetaba su privacidad, pero al
a divertida, diferente a como hablaba conmigo. "Pero
una p
e se aguante. Él tuvo su oport
drigo flotó hasta mí, una
en mil pesos a que la hacía mi novia en menos de un mes
do se
a, rebotando en las paredes de mi
eocupación. El rescate. El beso. La relación. Todo había
scate. Era u
or. Era u
pirar. Miré a mi alrededor, al lujoso apartamento que había considerado un refugio, y
de los secuestradores. Porque esta vez, yo les había abierto mi corazón. Le
ar en la sala, con un
ndose a mi lado. "Preguntan
a besarme, per
el ceño.
cho. Y en ese momento, la Ximena ingenua y enamorada murió para siempre.
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