so del salón, lleno de risas y copas de champán, me asfixiaba. Mi familia, los Mendoza, antes pilares de esta sociedad, ah
lejaban orgullo, sino una desesperación fría, calculadora. Eran los
los herederos de las únicas familias que aún importaban, y asegurar un matrimonio. Diego, S
a de siempre, esa que prometía todo y no daba nada. Era el cachorro
emos hablar
a se amplió, pero sus
laro, dime.
situación de mi familia no es buena.
a suave, como si le hu
o, de verdad, pero como a una amiga, una hermanita
é a Diego. Estaba en un balcón, fumando, con su típica pose de chic
ie
eojo, soltando
na?" Su voz era ras
uda. Mi fami
s que haga? ¿Que me case contigo para salvar a tu papi de sus malas decisiones? Mír
contra la baranda. El desdén en su voz
tres. Estaba en la biblioteca, solo, mirando una hilera de libros
saber qué decir. Él ni
dri
su voz monóton
padres creen que un matrimon
uera un insecto bajo un microscopio. Una pequeña sonrisa, cas
mena, por favor. Eres torpe, ingenua y no tienes nada que o
bres que mis padres consideraban dignos. Sentí que las lágrimas querían salir, pero las contuve.
rearmó de una forma nueva y peligrosa. Me giré de nuevo hacia ellos, que
rbilla y forc
o sorprendentemente firme. "Agradezco su 'pre
idos. La diversión en sus rostros se transformó en incredulidad y
acercándose. "¿De qu
ando su confusión. "Solo quería que supiera
salvar mi orgullo. Y lo era. Pero en ese momento, mientras los miraba, una decisión se formó en mi mente. Ya no era su jug
coche, la fachada se derrumbó. No lloré. El dolor era demasiado profundo para las lágr
a," había dicho mi padre
nos, antes suaves y cuidadas, ahor
a. Para que tengas un fut
esesperación. Pero ahora, después de la humillación, entend
que el lazo que nos unía desde niños significaba algo. Qué tonta fui. Para ellos, yo solo era un accesori
isas falsas, apareció en mi mente. La humillación no era solo mía, era de ellos también. Y
sta. Entré directamente al salón, los bu
á. Nos vam
ediente hija, sino alguien que tomaba el control. Salimos de ahí, dejando atrás el murmullo de la alta sociedad y a los tres hombres que habí
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