llicio de tantas personas juntas. Llevábamos cinco años de habernos graduado de la carrera de arqu
discreto. Miraba a mis excompañeros, ahora convertidos en extrañ
no existía, una que había terminado abruptamente en el raros de un camión viniendo de frente, y la mano de Ricardo ap
udiantil, con el sol de la mañana entrando por la ventana y el calendario en la pared marca
El universo, o lo que fuera, me había dado una s
pagar las cuentas, el estudio de grabación, sus guitarras. Soporté su frustración, sus malos humores, su egoísmo. Todo para que al final, cuando su carrera no despegó, me culpara a mí. Me d
nalmente rompió algo dentro de mí. El acciden
nueva línea de tiemp
s, me gradué con honores, y entré a trabajar en una de las firmas de construcción más presti
orrió el salón. Las cabezas
esta
ca
ante adornaba su rostro. A su lado, colgada de su brazo, estaba Jimena. Su "amiga" de toda la vida. La misma que e
Ric
e ve inc
la música y ahora es inversionista d
ta vida, pero por un camino completamente diferente. Y a su lado, Jimena, con un vestido
ba con seguridad, con un aire de superioridad que nunca tuvo como músico fracasad
grupo cerca de mí. Alg
casual, pero que destilaba indiferencia. "Sí, creo que la vi por a
ó una risit
odesto. Tú siempre fuis
as mismas palabras, la misma ma
on los míos. La gente a mi alrededor
ahí est
se ve tan.
pues sí. Se nota que a
o, observando cómo Ricardo y Jimena se acercaban,
ajo, su expresión era una me
milagro vert
espo
vor. "¿Andas buscando chamba? Porque justo estoy expandiendo mi empresa.
el bolsillo de su saco y sacó un fajo de b
mpres algo bonito. Se
or se intensificó. La humilla
para la despensa mientras él se compraba una guitarra nueva. Recordé haber vendido en secreto los bocetos de mis proyectos
abia, se concentró en una
ca
amente a los ojos. Mi voz, cuando
tu dinero,
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