ente a los ojos. Mi voz, cuando hablé, era clar
Dije, con un toque de ironía que no pasó de
do que la anticipació
edo aceptar. E
xplosión de sonido gutural y desagradable. Sus amigos y Sofía se unieron a él,
o. "¡Por favor, Elena! ¿A quién intentas engañar? ¿Quién
o se casó con algún viejo decrépito por su
ñeca llevaba una pulsera de obsidiana negra, lisa y sin adornos, excepto por un pequeño símbolo de pla
tienda," dije con calma. "Pero es
ave, comunicador y un identificador personal que solo un círculo muy exclusivo de personas en el mundo de
un trozo de piedra negra. Su rostro se enrojeció de furia. Mi calma y mi misteriosa afirmación lo estaban volvi
ado por la rabia. "¡Te atreves a burlarte
n mi pelo con una fuerza brutal, tirando de mi cabeza hacia atrás. El dol
siseó en mi cara, su aliento fétido. "¡Te en
rdias personales, dos hombres corpulentos, bloquearon el paso a cualquiera que intentara ayudar. Me tiró al suelo de már
suelo contra mi piel. Me agarró de nuevo por el pelo y comenzó a arrastrarme h
tras mis rodillas y manos se raspaban contra
ogados de la gente, el sonido de mis propios sollozos ahogados. Me sentía como hace cinc
rc
a. Tenía