elebrada en la fastuosa mansión de mi esposo Ri
antasma, el de mi difunta hermana, y s
desproporcionada, me empujó a la piscina, revelando ante
a para verle destrozar mis diseños,
nsuelo, inerte, colgado de una bufanda de seda, una mancha
omo una vulgar mancha que debía limpiarse, y mi madre me
eles? ¿Acaso mi sufrimiento no importaba, n
umpleaños, sino el de mi hermana, una ve
os de ser una incubadora falli
estrozado, que decidí que la sof
no
propuesta de "concubina oficial" por miles
s, y para mi sorpresa, Mateo, el niño que me odi
trayectoria, y aunque la punta de la flecha me rozó el brazo,
stra, le corté a Mateo el amuleto d
spedida, llenas de la verdad reprimida, resonaron
s los escombros de mi vida anterior, lista para g