cuchado. Corrí hacia él, con el corazón martillándome en el pecho, y lo vi en el suelo, llorando, con la manita extendida. En su muñeca, d
eo, mi
un segundo, y luego el pánico me inundó como una ola d
casa, gritando el
¡Carlos,
ba de mantener a Mateo calmado, pero mi hijo ya es
vida, tranquilo,
una, dos, tres veces. Nada. Desesperada, llamé al hospital, les e
ero necesitamos el antídoto. No
so arquitecto García, guardaba un antídoto en su casa de campo, muy cerc
rezando para que contest
s, Sofía? Est
ra fría,
oral lo mordió, ¡necesitamos el antídot
io al otro lad
á," dijo fina
to. Me quedé en la sala de espera, temblando, mirando la puerta cada segundo. P
o vení
or, en brazos. Ella lloraba de forma dramát
ídoto!" grité, c
idio, como si yo fu
a," dijo, su voz sin emoción
aja que llevaba en la mano, l
o necesita, es tu hijo. El
ntor, Sofía. Le debo todo. No p
acía. Le había dado
jo?" susurré, sintiendo
vió la
s harán lo q
de la sala de emergencias, su ro
eñora Romero. Hicimo
s. El aire se escapó de mis pulmo
nta. Carlos ni siquiera se acercó. Se quedó al lado de Isabella
ástima, el silencio aplastante en la casa que antes estaba llena de la risa de mi
ecoger sus últimas pertenencias. Mientras esperaba, vi al doc
e la señorita García? La que f
unció el ceñ
Está perfectamente. Fue un gr
te?" p
. Era una falsa coral, completamente inofensiva.
ensiva. La serpiente de Isabella era inofensiva. Ella n
Carlos en el estudio, revisando unos planos. Llevaba en mis manos el p
dije, mi voz te
ntó la vist
hablas aho
falsa. La serpiente no era ve
cruel y burlona qu
ntes que a mí? Estás loca, Sofía. El d
ulpa! ¡Por tu ambición! ¡Por qu
golpearlo, sino como un gesto de desesperación. El jug
con una calma aterradora, lo aplastó bajo su zapato. El plástico s
iseó. "Lárgate de mi casa. T
a calle sin nada más que la ropa que ll
tenía a dónde ir. Mi familia vivía en otro estado y no q
poderoso, confinado a una silla de ruedas después de un accidente, pero con una mirada amable y una inteligencia a
expresión indescifrable. Cua
Yo te ayudaré a
, pero en mi desesperación,
plotó en los círculos sociales. Carlos se enteró de inmediato. Irrumpió en
"¡Por eso inventaste todas esas mentiras!
mí, pero los guardaespalda
voz llena de veneno. "¡Siempre fue una carga para
sde su silla de ruedas, me tomó la man
no se
, ¿verdad? ¡Confiesa, zorra!
vil, tan absurda, que
ido con él, sonrió con
Está claro que es una mujer
ella, su furia buscan
Todo esto empez
acercaron, discutiendo en susur
ueños brazos rodeando mi cuello. Y en el hombre que h
ó burlar la seguridad. Me encontr
Sofía," dijo, sus ojo
acia el borde
mía, no ser
zo tragar agua. Luché por salir a la superfici
una figura se lanzó al agua. No eran los guardias. Era Ricardo. Se m
ra de la piscina como si fuera un muñeco de trapo. Luego me sac
rdo, que ahora estaba de pie frent
ú puedes
noró. Se agac
tás b
, temb
levantó, t
arsa! ¡Ustedes d
jo Ricardo, su voz era hielo puro. "Y
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