a sonrisa torcida, su voz er
da con Iván, pero él ni siquiera te ha toc
to, el líquido rojo oscuro se
logras que Iván se acueste contigo, aunque sea una
sus ojos brill
os papeles del divorcio y te largarás de
nte. Pero yo era la esposa de Iván. Legalmente, legítimamen
i voz más firme d
como si ya hu
apuesta comien
intentos fuer
ve, el mejor vino de la bodega de mi familia en La Rioja
do a perfume de mujer
mesa. Pasó de largo,
lena. No tengo ti
mi prime
util, intenté ser directa. Le dejé notas de amor, le preparé su des
n era la misma: una
o de dignid
peración
das
a así? ¿Qué había hecho mal? No sabía que su lealtad no era
la fecha límite, lo esperé en la cama. Cuan
dome contra el colchón. Su rostro estaba a centímetros del
humillarte?", susu
rota y temblando en la oscu
ena oportunidad. La desesperación
una pequeña botella con un líquido incoloro. Se lo
, un conjunto de seda negra que contrastaba c
ión era agitada, sus pupilas estaban dilatadas y un sudor frío perl
stro se contrajo en
ra!",
con una violencia que me dejó sin aliento. Caí al
sus pasos resonando por el pasillo. Escuché el rugido del motor
tamente a
ue podía "curarlo". La única persona a l
Madrid. Él estaba de pie, solo, en medio del bullicio. No bebía, no socializaba. Parecía un hombre íntegro, difer
ngenu
a fachada para ocultar su devo
despertó de mi letargo. Miré por la ventana. La camione
a Iván qui
So
nfante, moviéndose con la confianza de
n la lencería de la noche anterior,
arpeta sobre la
voz goteando satis
ta estaban los pap
hacia mí, su son
Madrid, Elena? ¿Hace tan
El recuerdo me golpeó con
idos extraños provenientes de un almacén. Curio
os
razo apasionado y prohibido. Él, el hombre que yo idealizaba,
la rendija. Y ella me sonrió. Una sonrisa maliciosa, tr
alón, su sonri
lena. Tú solo fuiste un pe
da la lucha, toda la humillac
ofrecía. La tinta se se
ombre, Elena Salazar, p
Sofía, recogiendo los papeles. "Diez dí
incapaz
de mi familia. Lejos de México, lejos de Ivá
partida y borrar todo rastro de mi