s recetas, mis ideas, a un competidor para salvar uno de sus negocios fallidos. Lo descubrí por accidente, y su única excusa fue que era por "el bien de la familia" . Lo perdoné, porque era
todo parecía perf
blano y a flores frescas. Era mi fiesta de compromiso. Mi prometido, Ricardo Vargas, me sostenía la mano, s
iz, mi
susurro suav
ndo mi cabeza
y fe
ros con dos copas de champaña. Su rostro, usualmente severo
erno, Ricardo. Que esta unión traiga pr
interior que me decía que todo esto era demasiado bueno para ser verdad. Ricardo me besó suavemente en l
paz en el balcón. La noche en la Ciudad de México era vibrante. Saqué mi celul
to, solo un a
sensación de p
La mujer, a quien reconocí vagamente como Rebeca, la hija de un socio de mi padre, llevaba un vestido blanco, un ve
ser. Era una broma, un montaje de mal gusto. Recogí el teléfono con manos temblorosas. Debajo de la foto,
a y triunfante, llenó e
nco años juntos, ¿sabes? Él nunca te ha amado. Solo eres la tonta chef que le servía para la alianza con tu papi. Ah, y por
zas del rompecabezas encajaron de la forma más dolorosa posible. La ambición de mi padre, la sonrisa calculada de
lado de la sala. La náusea subió por mi garganta. Necesitaba confirmar, necesitaba escuchar la verdad de sus labios, aunque me destrozara.
á lo que sea necesario antes de la boda pública. Una vez que tengam
pondió a través del altavo
el dinero de la ingenua, luego nuestra vida juntos. Tú tendrás
conspiración, y yo era la víctima sacrificial. Mi propio padre.
salida trasera, donde el aire frío de la noche me golpeó la cara. Me senté en el escalón, abrazándome a mí
anilla trasera bajó, revelando un rostro que solo había visto en las revistas de negocios. Alejandro del
d que me heló la sangre. No había lástima en
o que usted y yo tenemos enemigos en común. Y creo que p
e un cojín de seda, había un exquisito dije de plata en forma de chile habanero, con un pequeño diamante incrustado com
sta para la veng
s y una extraña chispa de esperanza naciendo de las cenizas de mi corazón roto. La humillación se estaba tra