llamada de Sofía fue más a
an abandonado a mi suerte, a morir j
ompió la quietud. Un crujido metálic
RA
ada de cuajo por una herramienta hidráulica. La lu
niformadas ent
quí abajo!", gri
e y sudor, temblando incontrolablemente. Otro param
aquí es un horno", murmuró
to a Camila. Su rostro profesional
tamos la camilla de reanimación, ya!
ientras me revisaban las manos quemadas y me ponían una vía intravenosa. Otro par
onstruoso", escuché decir a una joven
spondió su colega, sin dejar de bombear el pecho
con las sirenas apagadas pero las luces parpadeando en la tranquila
cidad, el conductor gritó por la radio: "¡Va
do dos cuadras cuando la am
", preguntó el param
de evento... la calle está ce
lla trasera y miré. Lo que vi hiz
pequeño escenario. Y sobre él, estaban Sofía e Isabella. Sofía hablaba
ullosa. Y en sus manos, sostenía el trofeo dorado de
lo la recuperación de mi hija Isabella, sino su increíble espíritu de superación. Este premio, que la nación
lo estaba entregando a Isabella, frente
ado, al ver la escen
que nos impidió entra
ulancia y saltó. Corrió hacia el
emos una emergencia crítica, es de
miró co
ntrevista muy importante para el bienestar emocional
migos de Sofía, empezaron
ora! ¿No ve que está e
aquí, irr
número y frustrado, regresó
encontraron con los de Sofía. Por un instante, su sonri
era una amenaza. Era una despedida. Un adiós a la mujer que había amado, a la fa
oído, con el rostro pálido. Probablemente le es
voz baja, negando con la cabeza, como si se n
camino. La ambulancia aceleró de nuevo,
gencias. Mientras me pasaban a una cam
bella había sido reemplazada
de mi casa, ahora rodeada de c
o identificadas como Ricardo Mendoza, un conocido empresario, y su hija menor, Camila Mendoza, quien esta misma mañana fue nombrada la Me
. Laura, su asistente, miraba su teléfono con una expresión
o, y luego, lentamente, a una comprensión pálida y terrible cuando la verdad de lo que h
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