ue de golpe,
, un tormento sin fin en la oscuridad helada del Mictlán. Al siguiente, todo era calma.
los
a de mi familia, los Flores. La luz del sol entraba por la ve
a ligero, fuerte, lleno de vida. No había rastro de l
es. Las manos de una guerrera,
lgado en la pared marcaba el día. El día de la
al día en que mi hermano, Quet
stro pueblo, de pie frente al altar. A su lado, esa mujer, Itzpapalotl, disfrazada de belleza y dulzura, susurr
s le había visto, levantaba el Corazón de Maíz. La reliquia sagrada que por generaciones mi fam
l sello ancestral bajo la mi
yo corrí. Grité.
etza
acrificó, sellando la maldición con su propia esencia oscura. La tierra tembló, el ciel
monstruo. Masacró a nuestra gente, a nuestros vecinos, a los Guerreros Águila
co, saboreando mi dolor, mientras me recordaba que todo era mi culpa por no ser la elegida, p
staba aquí.
ería correr de nuevo. Quería ir al templ
la desesperación, la soledad infinita. Eso me ha
ía a cometer
l que yo amaba murió en el momento en que escuchó a esa m
eblo. Ellos era
saqué una pequeña obsidiana pulida, una Piedra de Memoria. Un artilugio
ada. Esta vez, la metí en mi bolsa. Era un
igí al mercado. La gente me saludaba, sonriente, ajena a la catástrofe que se
ero también había pasado por alto los almacenes secretos de los comerciantes, don
amigo de mi padre, un
dio, bue
berías estar preparándote par
o tuvo una visión. Dice que los dioses piden una ofrenda extra de maíz y frijol
o me miró
l Tlamatini no
ara no causar pánico. Dijo que usted era el
nrojado, pero la mujer que regresó del Mictlán sabía
osto una cantidad considerable de semillas y granos, que escondí en un
a el templo. A su lado, invisible para todos menos para mí, caminaba
Ni rabia. Solo una
ener la traición. Iba
consecuencias. Y cuando llegara el
a Piedra de Memoria en mi bolsa. "Pero ya elegis
a gente, incluso si eso significa