a estaba a oscuras, a excepción de una luz tenue que se filtraba por debajo de la puerta del estudio de Mateo. Me acerqué, c
os
ó el estómago. Sus manos estaban enredadas en el cabello de él, y las de él recorrían su espalda, por debajo de la bata de seda
Era la prueba final, la imagen que borraba cualquier duda que pudiera albergar. La traición era absoluta, carn
ta y me encerré en mi habitación. Las lágrimas que había con
ché para llamar a los empleados de nuestro restaurante principal, "Vargas Cuisin" . Necesitaba saber qué se de
sto escucharte.
iosidad, ¿cómo van las cosas por allá?
pausa i
con cautela. "Es... muy profes
é, Isabel? Pue
es muy tradicional, que tu cocina es de abuelita, y que Camila traerá la modernidad que la cadena necesita para conseguir estrellas Mic
odo mi trabajo, mi pasión, el legado de mi abuela Ele
imonio con el señor Vargas fue muy... conveniente. Que él necesitaba una esposa con una imagen familiar y tradicional para l
todos lo sabían. Todo el personal, mis empleados, mis colegas. Todos me veían como
podía seguir fingiendo. A la ma
del divorcio. Ya. Y una orden
ía no tenemos todas las prueb
e mi casa. Y a él, lo quiero fuera
sma tarde, se presentó en la casa con una carpeta bajo el
ional. "Vengo en representación de mi hermana, Sof
ció en su rostro. Tomó la carpeta que Ricardo le ofrecía, la abrió y
o si fuera un niño ingenuo. "Qué tierno.
bar y sacó un documento de un cajón
a acta de matrimonio. O mej
a ceremonia simbólica, sin ninguna validez legal. No estábamos casados. Nunca lo estuvi
tra confusión. "Legalmente, Sofía y yo no somos nada. Ella es solo una mujer q
sobre la casa, no sobre la empresa, no sobre nada. Era una inquilin
so amoroso ni el del manipulador sutil. Era el rostro
a una rosa del jarrón de la mesa y la ponía en mi cabello. "Yo todavía te quiero.
llación era total, absoluta. Estaba atrapada, legalmente indefensa,