ningún sonido. Me habían dro
ices y callos por todo el trabajo que había hecho pa
emergencia que había escondido allí hace dos días, justo después de recuperar la me
ales debían estar cerca, buscándome. Para cuando ll
Pedro entró con una sonrisa de oreja a oreja y me arrojó u
presentará a Roberto del Valle, el gran magnate de la tecnología. El p
No te tendré encerrada mucho tiempo. En cuanto l
me había criado como a una hija, exigiéndome
ando a lo más alto sin saber que
a "bajo rendimiento y mal desempeño". Mi corazón, que ya había decid
bebé por el estrés extremo y el exceso de trabajo
pérdida me causaba, pero aun así, no dudó
í en el polvo del suelo con e
puso un plato con com
proyectos estos años. Por eso la casa está e
una expresión de desdén, ce
e la comida podrida, salieron de su
oleada d
uché un gran albo
cuarto de servicio fu
dió uno de sus aretes de diaman
ó, su cara r
licada y ofendida, mientras su asist
tenciones. Tomé un trozo de carbón del suelo y escrib
ú, que nunca ha visto cosas buenas, se confunda y sienta un poco de codicia. Pero ese par de arete
e muera quien haya tocado tus
alabra, Pedro se abalanzó sobre mí y me d
itarle la ropa. No creo que no lo encontremos
tamente loco, todo por complacer a Valeria. Agit
había comido en días. ¿Cómo pod
cabello y me golpeó la cabeza cont
turdimiento para empe
rdí el labio hasta sangrar y me aferré a la última
expuesta y humillada, ello
espalda desnuda, una y otra vez, mientras gritaba:
fueron. Solo paró cuando se cansó y mi espalda era un mapa d
ió en otro lado. Pedro, ¿qué hacemos ahora?", preguntó, aga
ueldad. "¿Qué te parece si la vendemos a un club nocturno? Con el
ez, mientras mi rostro se
esta "ayuda" de su madre. Todo
a querían venderme como un objeto. Pedro no quería s
eria me agarraron y me arrastraron fuera, hacia una camioneta
. En un abrir y cerrar de ojos, los guardias de Valeria cayeron al suelo, silenciados para