che, un zumbido insistente que rasgab
úmero de
ca y un mal presentimiento q
cardo?", preguntó una v
soy
eneral. Su hijo, Miguel, ha
entido. Mi mente se negó a procesarlas. Un accidente. Migu
bien?", logré preguntar, mi pro
al hospital de inmedi
nó mis oídos. Miguel. Mi muchacho. Mi razón para levantarme cada mañan
taba a su madre, necesitaba que alguien compa
é su
ada sonó una, d
n de
temblando, la desesperación cr
a
vez
ed marcó no se enc
onado algo sobre una reunión importante, una celebración para el hijo de su amigo Mateo, Santiago. Dij
iendo antes de arrancar. Conduje hacia el hospital, pero una fuerza irracional me desvió. Necesitaba verla, nece
colonia lujosa
aminé hacia la casa, una mansión con luces brillantes que se derramaban por los ventanales.
e las ventanas y m
on la fuerza de un pu
vestido caro, uno que yo no recordaba haberle comprado, y reía a carcajadas, con la cabeza echada hacia atrás. A s
o y despreocupación financiado con mi sudor y, como
da gourmet me revolvió el estómago. Caminé directamente hacia ell
, mi voz un g
ró de su rostro al verme. Fue ree
aquí? Estás haciendo un ridíc
rando su veneno. "Tuvo un acci
ro no por preocupación
iago acaba de ser aceptado en la mejor universidad d
. El mundo a mi alrededor se desvaneció, solo podí
puso una mano en e
eguramente no es nada grav
to, Sofía le
sala. "¡Por Santiago y su brillante futuro! ¡P
sus copas y vitor
a en sus múltiples trabajos para ayudarme a pagar las deudas que ella
empre en ese instante. El amor, la esperanza, cualquier vestigio de sentimiento que aún albergaba por esa mujer, m