img Lujuria Encubierta - Parte I  /  Capítulo 4 4 | 33.33%
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Historia

Capítulo 4 4

Palabras:1047    |    Actualizado en: 09/07/2025

proyecto de paisajismo, y eso e

na mujer tan talentosa como usted, ¿se conforma co

cto es un des

mucho más que planos y plantas.

realmente viviendo? O simplemente existiend

untos personales -dijo Trina, con

hacer cosas extraordinarias juntos. Ta

sintió el peso de su mirada, la presión de su propuesta. Era una oferta que p

lencio. -Dejemos eso a un lado por

la se sintió extrañamente decepcionada. Volver

endo su maletín y sacando unos folios. -Hay algunas cláusulas que me g

ncia para mí, y mi privacidad es primordial. No quiero que

o "mis asuntos", y Trina entendió que

ctual me impide incluso hablar con mi propio equipo sin

ed será la única persona con acceso ilimitado a la propiedad. Por eso la he elegido

na referencia velada a la atracció

o se mantuvo firme en los puntos clave: el plazo ambicioso, el presupuesto generoso y, sobre todo, la confidencialidad absoluta. Trina, a p

listo para ser firmado. Trina se sentía ago

preguntó Alejandro, su voz más suave ahora

aisajista. La finca era una joya, un lienzo en blanco. Pero la c

nte, Alejandro. Pero su

tiene que aceptarla. El proyecto es suyo de todos modos. Pero si lo hace, Trina, le prometo que será

na sintió un calor intenso en su vientre. La tentación era un

demasiado. La vida es corta, Trina.

o con un apretón de manos que fue más firme de lo que esperaba, un intento

Trina no miraba el paisaje, sino que se perdía en sus propios pensamientos. La imagen de Al

eraba ansiosa. -¿Y bien, Trina? ¿Qué

a, exhausta. -Es Alejandro. Y

eptar? ¿Por qué

cielo azul de Madrid. No podía con

ceptar. Y el misterio.

eada, notando algo diferente en

sus labios. -Creo que acabo de aceptar el proyect

placer. Era una oferta peligrosa, una que ponía en riesgo su profesionalismo, su reputación, su propia estabilidad emocional. Pero

ausencia de un fuego que la consumiera. Alejandro era ese f

ecisión. No era una decisión fácil, ni racional. Era una decisión visceral, impul

ro del bufete

que acepto el proyecto del señor Alejandro. Y

na línea. Había aceptado el desafío. Y ahora, el juego de Alejandro estaba a p

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