na intensidad casi febril, usando el diseño como una forma de canalizar la energía desbordante que Alejandro había despertado en ella. Recorrió cada rincón
ro, mientras Trina examinaba las variedades de orquídeas; junto al estanque, observándola mientras tomaba medidas; o en el estudio
mo y provocación. Él la desafiaba con preguntas incisivas so
Trina? -le preguntó un día, mientras ella le mostraba un catálogo de plantas. Su voz er
illas. -Este jazmín es conocido por su fragancia inte
s cosas a medias, Trina. Ni e
i insoportable. Era un juego peligroso, una cuerda floja sob
udio, sus manos se encontraron al mismo tiempo sobre el mismo punto. El contacto fue breve, pero la piel de Alejandro era cálida, y Trina s
ra señalar algo en un arbusto. Su aliento cálido le rozó la nuca, y el aroma a su perfume, una mezcla amaderada
ntó él, su voz teñida de inocen
.. el sol
desarmaba. -Debería usar un sombrero. N
vo, dominante, y una parte de ella, la que anh
o aislada, a poca distancia del palacete principal. Después de cenar, a menudo se encontraba sola, con sus pensamientos y l
pero al abrir, se encontró con Alejandro. Estaba vestido con una camisa de lino abierta y unos pantalones oscuros, su
aja, casi íntima. -No podía dormir. Estaba
Eran casi las once de la noche. -No hay probl
a... hablar. Si
uriosidad y la atracción eran d
as
ió encogerse con su presencia. Se sentó en el
uiero que sea el corazón del jardín. Que e
él. -He pensado en un diseño escalonado, con una se
si el agua pudiera ser un poco más..
a entendió que no hablaba solo del agua.
dal -dijo Trina, intentan
eza siga su curso. Que el agua fl
ía la necesidad de huir, pero también una fuer
esgo -mur
z más profunda. Se inclinó hacia ella, su rostro peligros
stirme
le. A lo que a
artando un mechón de su rostro. El toque fue suave,
-dijo Trina, su vo
ojos. Esa chispa que intenta ocul
la hizo cerrar los ojos. Trina sintió un calor inusitado ext
e peligroso, Aleja
ndo sus labios. -Y usted, Trina,
sus labios s