ando éramos niños, era una mujer quejumbrosa, siempre lamentándose de su mala suerte y de lo difícil que era criar a un hijo sola. Mis padres, casi s
a con timidez. Crecimos juntos, yo lo trataba como a un hermano, compartía mis juguetes, mi ropa, mi vida. Cuando llegó la hora de la universidad, mis pad
sidad, su madre lloró durante días, diciendo que el
niversidad privada," le dije un día, "y para lo que ne
esión que en ese moment
"tú eres de buen corazón, demasiado puro para
s," insistí, "
e mi sentenc
s a comer, a hacer "pequeñas donaciones" a clubes estudiantiles. Se construyó una imagen de joven rico y generoso, el misterioso filántropo del
nía a verme y se burl
ue eres un bicho raro," me decía, "mira, con un
sus ojos veía desprecio, se sentía su
bían regalado un deportivo de lujo por mi cumpleaños, era mi posesión más preciada. Un día, desapareció del ga
bastián ya estaba allí, con Ele
"yo traté de detenerlo, pero Joaquín tiene problemas, le gus
ntió vigo
ue Joaquín es un envidioso y un resentido,
emático. Mis padres, desde el extranjero, estaban decepcionados y confundidos. Sebastián se
u máscara, pero todavía no podía creer que fuera real,
identidad para asegurar un préstamo masivo para una de sus "empresas filantrópica
ijo con una calma aterradora, "sup
n ese callejó
o a un hijo. Sebastián se mudó a mi habitación, usó mi ropa, y empezó a tomar el control de la fortuna familiar, presentándose ante el mundo como Joaquín, el único heredero q
a ese parásito y a su madre usurp
firmar ese papel, sentí una calma helada, la sed de venganza e
r, ahora solo tenía que sentarme y ver cómo el castillo de nai
" susurré para mí mismo, "esta