pezaba a perlar la frente de Sebastián, su rostro estaba pál
la manera que él esperaba, escr
, no la tuya, supongo que ahora tendrás que
se pusieron blancos mientras apretaba el teléfono. Me buscó con la mirada por toda la cafetería, y cua
paso entre la multitud como un toro furioso, la gent
me agarró del brazo
eo bajo y peligroso. "¿Qué demo
rectamente a los ojos, d
uerte para que los más cercanos escucharan. "Ya te divertiste bastante
izo más fuerte
exigió, "¡Estás haciendo
a como el hielo. "Yo no te obligué a prometerle comida
egó corriendo, su cara era una
ión se endureció. "¡Ah, eres tú! ¡Joaquín, deja de molestar a Se
ia la gente q
envidioso, no soporta que Sebastián sea mejor
itud, que ya estaba decepcionada por no recibir su
es el r
ala ond
en paz, p
y soltó mi brazo, adoptando
lorosa, "no hagas esto, sé que estás ce
ue casi me reí. Pero en lugar de eso, me levanté le
encio que se había formado. "¿Celoso de un la
ena se puso r
es, maldito hué