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Historia
La lucha de una esposa por la justicia

La lucha de una esposa por la justicia

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1123    |    Actualizado en: 14/08/2025

cnología, fueron un torbellino de fiestas de la alta sociedad y sonrisas fa

escuché a Damián confesarle a su amante, Alana, que le había pagado a un d

ersario, culpándome del suicidio de su ex prometida, Helena, cinco años

da que construimos, era una mentira. Me odiaba, hab

permitir. El jueg

ítu

rbellino de fiestas de la alta sociedad y sonrisas falsas.

duelo, se retiró a un centro de bienestar privado en las montañas de Morelos, un lugar de monjes sil

nco años, le había

anco era un peso aplastante. No podía soportarlo más. Necesitaba es

de la sierra borrosas a través de mis ojos llenos de lágrimas. No ll

tos pinos. Era silencioso, casi sagrado. Encontré la pequeña cabaña privada asignada a Damián

esperando encontrarlo

aldas a mí. Un hombre estaba de pie sobre ella. No podía ver su r

ado de cabaña. Empecé a retroceder, avergonzad

Era un murmullo bajo y famili

iente para

detuvo. Dami

vo. Idéntica a ella. El mismo cabello oscuro, el mismo rostro sereno que había adornado las portadas

n la voz temblorosa-. ¿Filtrar ese video de ella en su anivers

e parecía en nada a la risa que yo conocía. Ap

eal se merece todo lo que le pase. Mere

ó en el suelo. Volvió a hablar, su

sabiendo que la destrozaría. Así que yo le quitaré tod

mío. Uno íntimo. Y lo iba a publicar en internet

guntó Alana, con

n se torció en una

a inducir el aborto y hacerlo pasar por espontáneo. Hice q

rtieron en piedra. No podía moverme, no podía respi

o ind

a la

ue me había casado y construido una vida dura

r. Era una tapadera. Una mentira. Como todo nuestro matrim

por la muer

sociedad de la Ciudad de México. Él estaba obsesionado con ella. Compró una montaña entera en Colorado porque ella dijo que le gust

os imperios corporativos. Era un trato, una transacción. Lo odiaba, pero era una hija de mi familia y cumplí c

. Le envié una

aría las venas en la tina

un charco de sangre. Dejó una nota, no para él, sino para el mundo, una maldición sobre

mi alrededor. El esposo amoroso, el duelo compartido, el futuro que se supo

iba a d

omático. Volví a mi coche y conduje, mis manos temblaban tanto que apen

la horrible verdad re

. Asesinó a

arru

ra comenzó a formarse en

haría. No

apenas

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