a un fantasma devorando los desperdicios de un contenedor de
Mi antiguo amor, mi hermanastro, e
mujer que me había robado la vi
de asco. Le ordenó a su asistente que me diera dinero y
o en mi muñeca: nuestra promesa secreta de un pa
Me dio la espalda y se alejó sin una segunda mirada. Es
e los puentes de S
, con la voz temblando por los resultados de una nueva prueba de ADN. La prueba original,
ítu
más adentro del contenedor, sus dedos buscando entre bolsas viscosas y vidrios rotos. Este contenedor en particular, detrás de la r
sin hogar, un fantasma que acechaba los bordes de su propio pasado. Las luces de la ciudad s
pequeña victoria. Se sentó en el pavimento frío, con la espalda contra la pared de ladrillos del callejón,
ría desde su sien hasta la mandíbula, torciendo su labio en una mueca permanente. Ácido. Su mano izquierda era una garra d
bor sordo y repetitivo en su cabeza. Pero cada vez que el hambre se volvía
Lo ignoró, concentrándose en el último bocado de pastel. De repente
siento, Marcos. Yo m
z. La reconocería en cualquier p
, su rostro duro y atractivo. Su hermanastro. Su antiguo amor. El director general d
liendo de la oficina. Sí
mujer que le había quitado todo. La n
ba paralizado. Por esto había regresado. Después de meses de caminar, de pedir aventones, de pasar hambre en s
en la vasta oscuridad de su vida. Quizás él la vería. Quizá
Era el sueño de una tonta. Él era feliz. Había seguido adelante. La exi
a Elisa. El pastel se revolvió en su estómago. Sintió la bilis subir
ntonces, un miserable montón de harapos en el su
ven aquí"
n joven de traje elegan
eño
aquí. No quiero ver esta porquer
ando un billete de quinientos pesos de su
ra tienes
ulio. Sus ojos, la única parte de su rostro que aún e
pre había odiado la debilidad, el desorden. E
onido ahogado y gutural en su garganta. Instintivamente, agarró el recipiente del
nta atacarte?", preguntó B
tá... aferrada a un
ahora. No tengo
tuvo. Un destello de tinta en su muñeca, visible m
a sola letra 'B'. Él tenía uno igual en su propia muñeca, oculto bajo su rel
jos fijos en el tatuaje. Un dest
lis
como un fantasma. Lo dijo tan suavement
en desgracia después de robarle a la compañía, después de atacar a Eva
edad, el cabello enmarañado. No podía ser. La mujer que él cono
diendo la cabeza
El momento de reconocimiento se había ido, enterrado ba
", le dijo a Marc
vio irse, el billete de quinientos pesos revoloteando hasta
olo una pequeña interru
r otra mujer, fue el corte final. Su
uesos. La ciudad zumbaba a su alrededor, indiferente. Había esperado este mome
no er
sentía imposiblemente pesado. No recogi
berados. Sabía a dónde iba. Las luces de la ciud
pal del edificio, observándola con sospecha. Se mo
. "El jefe dijo que la dejara ir.
asintió, re
la mugre de su mejilla. Escuchó la voz de Braulio en su cabeza, no la fría de
pre, Eli.
había resultado
la. El dolor en su cuerpo, el hambre corrosiva, el pro
fantasma, y era ho
la muñeca, retirando el puño de la camisa para ver el tatu
. Era una coincidencia. Eso es todo. Una coincidencia cruel y extraña. Se subió al auto, l