an examinado, pinchado y alimentado. Era una existencia estéril y tranquila, pero no era libertad. Era un
unto? La única persona a la que habí
ndida, sintonizada en un programa de noticias matutino. Un prese
ral de Corporación Garza, Braulio Garza, y la heredera Eva Montes se ca
iendo, radiantes. Él miraba a Eva con una expresión de pu
a pregrabada. Eva sostenía la mano de Braulio,
osa. "Después de todo lo que he pasado, encontrar a mi verdade
s lo mejor que me ha pasado. No pu
aire se le escapaba de los pulmones. Era definitivo. La última bras
u sufrimiento, su existencia entera, era irrelevante. Un viejo
que
a algo frío y duro dentro de ella. Se deslizó fuera de la cama, sus pies descalzos silenciosos sobre
impo
ningún guardia, solo una estación de enfermeras en el extremo opuesto. Se movi
ombra parecía contener una amenaza. Pero nadie la detuvo. Nadie siq
a puerta se cerró de golpe detrás de ella, sellando su escape. Descendió las escalera
ía real. Ya no era una paciente, una desconocida. Era sol
de niña, por restaurantes donde ella y Braulio habían compartido cenas secretas, por el
e puentes y barrancas. La icónica silueta de los Puentes de los Poet
que tenía
a los turistas y corredores. Nadie le
su delgada bata alrededor de sus piernas. Miró hacia abaj
sa, con la espalda presionada contra el acero frío del puente. El horizonte de la ciudad brillaba ante el
rse distante. El recuerdo del rostro de Braulio en el calle
había más lucha. Solo había
ón, sino con una profunda y cansada tris
s ojos y
-
Uno era una copia de la prueba de ADN original de hacía dos años, la que había nombrado a Ev
una segunda vez. Sus ma
impo
protocolos de laboratorio. Todo e
ía sido un fraude. Una
una coincidencia casi perfecta con el de Damián Garza. La p
torpes en el teclado. Tenía que
or Garza". Era l
ís. Póngamelo. E
Braulio llegó a la línea, cort
oz temblorosa. "La prueba original... fue falsificada. La mujer
al otro lado
iró hondo. "¿Señor
n teléfono golpeando un escritorio, s