de trabajo". Me presentó una caja de terciopelo en la mesa del d
ijo, sus ojos suplicante
ía como un pago por mi silencio, por mi sumisión.
n. Pero no necesit
pequeña caja de regalo elegantemente envu
go para ti -dije, po
peres. No lo abras
ara mañana. Para cuando lo ab
o de bodas y la llave de mi casa.
tó, agitando la c
n una pequeña sonrisa críptica-. Un
iviada por el intercambio de regalos. P
a con cuidado sobre la mesa-. Lo abriré a
el timbre. Una serie de tim
ubló de fastidio. Fue a
nuestra puerta, su rost
o puro. Rápidamente la sacó afuera, al jardín del
gritó, su voz tensa-. Solo
sala, que daba al jardín. Observé cómo Kendra
rostro una máscar
-siseó, su voz baja pero aguda-. ¡
loró más fuerte, sosteniendo un t
ndo en el césped perfectament
golpe físico. Me quedé helada, mi mano agarran
ara
e sentía mal. Dijo... dijo que el bebé
resonó en el repentin
empre decía que no estaba listo. Quería centrarse en la empresa, en constru
ción de Damián se desvanecía, reemplazad
mano, sus ojos escan
-preguntó, su voz re
anas -sus
re. Una lenta sonrisa se extendi
ena de una feroz determinación que no habí
o miró, sus ojos brillando de triunfo.
pasión que me revolvió el estómago. Luego pare
a -susurró-. Te llama
a del comedor. Me senté y tomé mi taza
tenta de que nunca hubiéramos tenido un hijo. Hacía mi escape más limpio
ostro una máscara de disculp
o una pequeña crisis. Escucha, surgió algo. Tengo qu
. Iba a cuid
algo bonito
ase
tá
eguntas. Me dio un beso rápido en l
de entrada. Lo vi hasta qu
nsé. La última vez que te