anco. Todo pensamiento,
staba sucediendo detrás de
ferraba a un hilo de esperanza. Tal vez solo la e
elante del otro, hasta que estuve
ces lo
seguida por la de él, u
, dejando atrás un vacío tan vasto qu
lloré. No les daría la satisfac
ca para contener los sollozos. Salí tambaleándome del hotel hac
ba lentamente de negro a gris. Mi mente era una cámara de tortura implacable,
dentro de mí, un peso
con la ropa arrugada, un leve arom
a? -pregunté, mi voz d
ncia de pare
La drogaron. Solo la
tica, tan insultante,
ándose con histeria-. Damián, ¿siquie
ndose-. Deja de ser dramática, Elara. La
, dirigiéndose a la ducha
as finalmente llegaron, calientes y amargas. ¿Cómo pude haber sido tan es
me por inercia, con la mente entumecida. Finalmen
agarraba del brazo. Damián me estaba arrastrand
l coche
? -grité, luchando
iendo tan rápido que los neumáticos chirriaron. Sus
ente, su voz un gruñido bajo-. Fuiste co
No! ¡No
o con saltar! ¡Dijo que le dijiste que si no se iba, arruinarías su
. Esto era una locura.
ián -dije, mi v
aila estaba allí, de pie peligrosamente cerca
ara, lo siento! ¡Me iré! ¡Por favor, no me hag
su voz llena de pánico. Corrió
a. El movimiento repentino m
en el borde de la c
tenía a Kaila, sus ojos llenos de alivio y pr
mento de i
or cuando mi cuerpo golpeó
fue a Damián acunando a Kaila en sus brazos, comp