licía, exponer a Brenda como el monstruo que era. Pero Brenda fue más ráp
es que vas? -
ontra la ornamentada barandilla de la escalera. El impacto
renda cambió. Su rostro se ar
lo hagas! -chilló, su voz
de Alana, Brenda se abofe
e! -gritó, con los ojos desor
Brenda soltó su brazo y se arrojó hacia atrás, cayendo dra
en lo alto de las escaler
s, un borrón de movimiento vin
ren
rostro como una nube de tempestad. Ni siquiera miró a Alana. Levantó la mano y l
earse hacia atrás. Su mejilla ardí
, con los ojos en llamas-. ¿No pu
su lado, su rostro una máscara de pánico. No le dedicó una mirada mientras bajaba
ló en el liso mármol. El tiempo pareció ralentizarse mientras caía hacia a
ón se aclaró, el mundo estaba inclinado y borroso. P
o de su hermano-. Dijo... dijo que iba a venderme a e
nte elaborada para desencadenar sus miedos
-ordenó Andrés desde el pie de la e
ando en su cabello. Sangre. Pero el dolor físico no era nada. La frialdad que se extendía por ella
rse, pero se apoyó en un codo,
su voz un s
de ellos hacia donde Brenda estab
edallón en su cuello-. El medallón de mi m
Abrió la boca para hablar, un dest
burló, su rostro u
lastimarla. Ya he tenido suficiente.
nda, asintió sombríame
suaves consuelos a Brenda, ignorando por completo el hecho
n demasiado. Antes de que pudiera quitárselo, dos de los guardaespaldas de
se por la desesperación-. ¡Se van a arrepen
aron, sus espaldas un sólido muro de traición, deján
itar la cabeza. Su mejilla estaba hinchada y morada, y el corte en la parte posterior de su cabe
e por décima vez, con la voz ronca-. Contra B
ó. El abogado de la familia. No la m
entar cargos por falta de pruebas. De hecho, la señorita Kent est
nto sobre la mes
Suárez están dispuestos a ser mise
ó, su voz
s para que la envíen de vuelta a esa... aldea. Sienten que un poco más
plejo. Su infierno. Empezó a temblar, un temblor profu
ón -dijo ahogadamente,
delgada. Deslizó otro papel sobre la mes
'difamatorias' fueron el resultado de un delirio inducido por el trauma.
ra respirar. Era una elección entre su infierno personal y la hu
ormar las letras de su propio nombre. Una risa seca y amarga
nte engañados por una cara b
atravesó su piel, pero no lloró. El dolor era distante, sin import
o, reservando el primer vuelo fuera del país. A cualquier lugar. Tenía qu
cuando una camioneta negra frenó en seco frente a ella. Las pue
es de que pudier