img Del Amor al Odio: Su Caída  /  Capítulo 3 | 15.79%
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Historia

Capítulo 3

Palabras:1099    |    Actualizado en: 28/08/2025

asta herida?, cruzó por el rostro de Hudson antes de q

a Valeria". Entonces, sin titubear, se volvió hacia ella y comenzó a enumerar, con minuciosa devoción, cada una de sus absurdas preferencias:

de esos absurdos rituales suyos, como si fueran parte de una liturgia sagrada; y s

vuelta. Mi estudio de arquitectura era el único refugio que aú

palagosa, como un reclamo de niña mimada. "

, Valeria. Siempre está enterrada en sus planos y sus maquetas". Luego me atravesó con la mirada,

ue era, en secreto, su esposa legítima, la que compartía su cama. En su lógica

que cruzamos juntos el umbral de esta casa: me cargó en brazos y me susurró prome

ira tan

ma peligrosa. "Valeria es tu invitada

in esperar

piro fingido, como un pajarillo herido. "

a de afecto que solía dedicarme a mí. "La he mimado demasiado. No te preo

ómplices, recorrieron el pasillo como una daga en mi espalda. Me apoyé cont

strada en el fideicomiso desde hacía años. Yo era la intrusa que había

nas una sombra. Me sequé los ojos con rabia y endere

cioso junto a la biblioteca. Hoy se cumplía un año más de la muerte de mi abuela, la única

loza contra mármol, me

us pies yacían los fragmentos irreconocibles de la urna de porcelana que guardaba las ce

sus ojos brillantes de malicia

recorrió el cuerpo. Antes de pensarlo, avancé y mi

garrada de dolor y rabia. "¡Ella está muerta! ¿

mero que vio fue a Valeria con las lágrimas pintadas en el

patético y victimista. "Solo quería mirar la ur

on ternura, como si hubiera sido atacada por un monstruo. Luego

rugió, acunando a Valeri

do con el dedo tembloroso las cenizas espa

e, y después me miró con una frialdad que me heló la

u muerte. Había estado conmigo en el funeral, había tomado mi mano, había jurado

eligrosa, el filo de una tormenta contenida. "¿

eía como a una esposa ni como a un ser amado. Yo era un probl

por el pasillo, hacia el sótano. Abría la marcha con paso firme, hasta llega

que aprendas a obedecer"

he de vulnerabilidad, confiando en su cuidado. Ahora lo usaba

entendí con una claridad escalofriante: Yo no era

enada a obedecer o a ser enterrada en el silencio. La puerta se cerró de golpe

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