gruesa puerta de madera, apagada, lejana, pero cortante. "Cuan
o para doblegarme. Sabía que él era mi único pu
fuerzo, cada minuto una eternidad. Al tercer día, cuando ya había perdido noción del tiempo, la puerta se abrió finalmente. La luz del pa
ectamente a los ojos. "Fui demasiado duro", murmuró. "Lo sie
yecto importante. "Necesitan una consulta de último minuto sobre la integridad estructural
abía la verdad: que detrás de mi seudónimo mis logros arquitectónicos superaban todo lo que él podía imaginar. Creía que yo no era más q
, la voz áspera, gast
abrazo que me heló la piel. "Gracias,
a era mi única oportunidad de ver a Javier, de empezar a tejer mi huida. También era una deuda. Años atrás, la empresa de Mateo había financiado la be
los planos con precisión. Mateo me observaba con una mezcla de orgullo y posesión, convencido de que yo esta
er, interpretando su papel a la perfección. M
o. "Aprendió del mejor", dijo con petulanc
nte humor. "Para celebrar", anunció eufórico, "iremos al esp
a fatiga y el hastío im
, con ese tono que no admitía réplica mientras me empujaba hacia
y el cielo se encendía en cascadas de oro y carmesí. Por un instante fugaz, al contemplar aquel
ró Mateo, su brazo pes
edí un futuro para Agustín, lejos
iltró entre la multitud. Una voz que me car
rrándose al brazo de Mateo.
e seguirla. Sus pasos lo llevaron a las sombras de un cenador
se alzó, y de pronto la multitud entró en pánico. Un incendio devoraba la carpa del cate
estúpido, inculcado por años de dependencia, me hizo g
Valeria en brazos, su rostro transformado en una máscara de determin
ado con humo, y no me miró siquiera. Para él, yo era inv
n crujido nauseabundo. El mundo se dobló sobre sí mismo, tambaleante, hasta hundirme en la oscuridad. Lo último que vi, antes de perder el sentido, fue