Parecía agotado, con su caro traje arrugado y una sombra de barba incipiente en la mandíbula. Levantó la vista cuando me moví, y sus ojos
tira. Tan fácil. Tan inútil. Lo miré fijamente, a ese hombre guapo y cariñoso que había sido el centro de mi mundo. El que me había dejado sangrando mientras atendía a su obsesión, y una risa histérica y quebrada brotó de mi garganta, saliendo en forma de una lágrima que se deslizó por mi sien y cayó en mi cabello. "Debe ser el dolor", dijo, frunciendo el ceño con preocupación. "Estás sufriendo. Voy a llamar al médico". Salió a toda pris
ue un modelo de devoción. Me trasladó a una lujosa habitación privada de recuperación que parecía más bien un hotel de cinco estr
eto valioso que se había dañado por accidente. El día que me dieron el alta, me abrochó con cuidado el cinturón de seguridad en su reluciente auto deportivo negro y dijo con suavidad: "Tengo una sorpresa para ti. Para celebrar tu recuperación".
¿Estás seguro de que es una buena idea? ¿Intentas usar a Hazel para ponerla celosa otra vez?". "Es una fiesta de la empresa, Cory. Tengo que estar allí y quiero a Hazel a mi lado", dijo él, con una falsa sinceridad en la voz dirig
n la azotea con vistas a la ciudad. Adler me rodeaba la cintura con el brazo de forma protectora, guiándome entre la multitud de inversores tecnológicos y miembros de la alta sociedad. Él era un rey en su elemento, y yo la reina a su lado. "Está tan entregado a ella...", oí susurrar a alguien. "Especialmente después de su accidente". "Ya era hora de que pusiera a Annika en su sitio", dij
fue la verdad. Sus ojos, tan llenos de fingida adoración por mí, no dejaban de mirar por encima de mi hombro, posándose en Anni
o, así que espeté, ap
al ba
sta en una conversación con un posible inversor. No fui al
onrisa venenosa en los labios, y espetó: "Realmente está montando
estrozar mi compostura, pero no lograron afectarme, pues ya padecía un dolor profundo. "Eres una tonta, Annika", le dije en voz baja. "Crees que esto es un juego que puedes ganar. Está obsesionado contigo, sí. Pero es una obsesión enfermiza y destructiva. Nunca será feliz contigo. Y tú nunca serás f
sma. "Les deseo lo mejor. Ustedes dos se merecen mutuamente". La aparté con un empujón y volví a la zona principal de la fiesta con la cabeza bien alta. Encontré a un grupo de mis viejos amigos de la universidad, los amigos de Charley, jugando a "Yo nunca". Me senté y
acabar con l