cualquier culpa que sintiera hacia Carla. Contrató a una enfermera privada y se aseguró de que todas las necesidades mat
a. Sin decir una palabra al personal, comenzó a purgar su vida de él. Quitó sus fotos, empacándolas en una caja que etiquetó como "Errores". Tiró las velas con aroma
que habían guardado desde su primera cita cuando la puerta
su cabello estaba artísticamente despeinado. Cuando vio a Carla rodeada de cajas y bolsas de b
con el ceño fruncido por la confusión al ve
n la voz plana. "Deshaciéndome d
raba a su brazo. "Valeria necesita un lugar tranquilo para recuperarse", anunció, no pregunt
aleria miró a Carla, su expresión una mezcla perfecta de disculpa e impotencia, pero sus ojos
n consumido, dejando atrás una calma helada. "Está
e entenderías". Luego se dirigió a la ama de llaves. "María, por favor, prepa
amente su propia existencia de sus paredes. Los siguientes días fueron una tortura especial. Se convirtió en una es
ara las noches de insomnio de Carla. Monitoreaba su medicación, se preocupaba por sus comidas y la abrazaba cuando ella fingía un momento de debilidad. La ternura que una vez h
Un regalo de su abuela. Lo sostuvo por un momento, luego lo arrojó a una bo
cía cinco años. Era su sombra, una presencia cálida y ronroneante en la casa fría y vacía. Cuando lloraba, él
a. Ver su cara familiar, escuchar su maullido feliz, fue el primer calor genuino que Carla había sentido en semanas. Lo
e encontró con Valeria, que iba a la cocina. Los oj
ulló Valeria, su voz empalagosa
azando a Mermelada con más fuer
reemplazado por un puchero. "Oh, ¿por favor? Estoy tan sola y tr
paso atrás. "
o de arrebatarle el gato de los brazos. Mermelada, asustado y sobresaltado, bufó y lanzó una pata
e hubieran disparado. Se agarró la mano, su ros
sonido de su grito. "¿Qué
de un pequeño punto de sangre estaba brotando. "¡Me
xclamó Carla. "¡Tú in
ostro lloroso de Valeria al desafiante de Carla. Sus ojo
do. Cualquier infección podría ser fatal". Tomó suavemente la mano de Valeria, examinando la minú
provocó!", suplicó Carla, c
sé... pensé que tal vez podría ser mi amigo ya que no me queda much
do lo que
ia es más importante. Ella quiere al gato. Será su compañero por el tiempo que le queda".
Carla, abalanz
ante Valeria. "Ya, ya, pequeño", arrulló Valeria, su voz
o! ¡Es mío!", gritó Car
entre ella y Valeria. "Es por su bien. Cumplir uno
melada con fuerza, una sonrisa cruel y victoriosa en su rostro que solo Car
que Fernando estuviera en la ducha esa noche. La casa estaba en silencio. Se deslizó hasta l
e entreabierta. Se asomó y