e pelo ensortijado y curiosidad particular. Parecía muy inteligente; sin
debió de haberlo destruido con sus propias manos. Cualquier hijo de esta tierr
ra. Fátima. Ella mandó a construir esta biblioteca con el fin de que el conocimiento llegara a todos los habitantes de nuestro país de manera gratuit
intas, cada quien custodiaba una llave. A partir de que llegó la paz, no hubo más saqueos y no fue necesario cont
fue el honor más alto para nuestra familia. Ese día, recibí las
ba en mi mente: la caja fuerte se abrió y sobre un cojín de terciopelo r
guos tesoros de la familia: aquellos que no estaban disponi
ia. Abrí el libro índice que reposaba en un pedestal de madera, en medio d
llas tengo a mi
rente a los libros del piso superior. Incluso, algunos est
ntienen sus páginas? -las preguntas que nunca me había hech
gua litúrgica, lengua acadia, escritura cuneiforme: me llevaría mucho tiempo traducir al menos
el área, dejando todo tal y como estaba. Coloqué la llave en la caja fue
ellos tesoros del subsuelo: revisé en el sistema el invent
ión, conjuros, pero el resultado siempre era el m
ener. En ese momento, recordé el suceso de esa mañana: un ladrón, ¿qué podía quitarme?, no llevaba nada de va
e a organizar el cierre. Desplegué el aviso de cierre en la
en mis labios. Me observé desde varios ángulos, no tenía tiempo para ir a cambiarme de ropa, así que me puse un chal
Toqué los lóbulos de mis orejas y no tenía zarcillos. Digamos que no tenía buena presencia, para no entrar en vergonzos
metida. Un mal sabor en mi boca se produjo tras un pensamiento: quiere utilizarme, era eso. Me había invitado solo para convencerme de que le ayude a encontrar lo que busca.
ndolo, tiré todo y me metía en la tina. Froté mi cuerpo y lavé
e pronto, en una habitación, un hotel era muc
ntana vi el atardecer, mientras me re
cuando estaba en problemas, todo por culpa de esa mente que n
cabello húmedo se batía al aire y llegué al obelisco, cansada, sudada y despeinada. Pero s