cama con todo y ropa. No supe más de mí hasta la mañana siguiente,
confundida. Vino y ni me asomé siquiera para darle una excusa, simplemente quise e
olores brillantes de los tapices. Sin embargo, volví a taparme el rostro con la sábana. Los pensamientos comenzaron a invadirme: l
o dar por hecho lo malo c
rededor. La casa estaba revuelta,
odo estaba revuelto. No parecía faltar nada. Bajé a los otros dos niveles y e
palabras d
la joya de la que
osas en su lugar, me fui al Riad donde se h
s, Fátima -
ara mí -respondí
do ayer, esperé co
quien entr
s vuelt
¿a qué has veni
cho en más d
la verdade
la luz del sol, no entiendo por qué
bargo, tenía miedo de no ver lo obvio, estaba ilusionada, ena
bien, es algo que nunca me había pasado, ya van do
estarás pen
ue cualquier
extraño, un sim
a volver mi vida un p
ese modo, pensé que la
o y me ha pedido que te e
, si quieres pue
i es bue
l quién decida,
ioteca y no voy a dejarte entrar más que en el horario fijado en la puerta. No voy
comprendo. Acompáñame en
tá
. En mi cabeza las ideas se ordenaban, supongo que algo similar pasaba con Alfonso. Cualquiera que fuera su intención ya me había blinda
algo -comentó rom
, te e
días, estarás libre hasta qu
, ¿cuál e
er, pa
pueda te alcanzo, ¿va?, tengo
stés molesta conmigo, quiero que
, solo estoy nerviosa. S
la primera Fátima, la fundadora, la guía, la mujer que nos había dejado la responsabilidad de proteger el conoci
as que dejó mi madre,
tenencias. De ellos solo tomé las llaves de la biblioteca, recuerdo que quise guardar sus
de fotos, conecte con la energía familiar,
s le gustaba -dije dejando en
sonar y encendí un
para ti madre? ¿Es una joya?
mantas y comencé a llev
cido, aunque soy una mujer peque
mejillas mientras sentía su o
uestra casa, mamá. Dime q
po cuando la campana sonó. Me