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Historia

Capítulo 3 ¡Oh sorpresa!

Palabras:1913    |    Actualizado en: 29/10/2025

lia

que estaba a punto de suceder. Por un momento, la curiosidad me invadió. Emmanuel vestía como alguien que trabajaba en una ofi

lo. Además, parecía mayor que yo, quizás cinco o seis años. Nunca había salido con alguien con tant

á de la sala de recepción para pone

reguntó Emmanuel de pronto, s

bitación en la mano, y una sonrisa que revelaba unos dientes perfectos. Su mirada, intensa

ntrelacé mi mano a la de él. Sentí como una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo mientras subíamos en el elevador. Él me observaba fijamente, con una intensidad que me hacía sentir vulnerable y, al mi

o, alguien que sabía exactamente cómo conducirse en esos momentos. No sabría describir mi primera experiencia como buena o mala, simplem

to me quedé dormida,

as, salvo por la tenue luz que entraba desde la calle. Emmanuel dormía de espaldas a mí, con la respiració

estía rápidamente. Si mi madre o mi padrastro des

do, pero Emmanuel encendió

con voz adormilada,

rme -contest

becero, observándome mient

uieras -dijo con una sonris

ción de sus manos sobre mi piel todavía me rondaba en la mente. Quería volver a tocar ese abdomen de adonis que tenía, sentir como se apretaba a mi cuerpo.... que es

-preguntó mientras se

legar sola -respondí

Se volvió a acostar, dándome la espalda, como si

a. Había tomado una decisión impulsiva, pero ahora solo quería

.

abía logrado llegar a casa esta madrugada sin que nadie not

s con cuello en U y mis converse negros. Siempre prefería la comodidad sobre cualquier otra cosa, no me veía

ar y tomar el autobús a la universidad. Después de la disc

e helado. Lo vi caminando por el pasillo. En dirección hacia mí. Mis ojos se

-pregunté, apenas

anzó rápidamente hacia mí. Antes de que pudiera reaccionar, me

¿Cómo había llegado

una mano por la parte trasera de su cuello,

laro si era una pregunta o una afirmación. So

, sintiendo cómo una mezcla de miedo y curio

, como si la resp

ro. ¡Tu h

reció deten

é momento regresó? ¿Cómo no me di cuenta? Un millón de pensamientos cr

o notó. Me sostuvo con fuerza de los h

us oscuros ojos estaban clavados en los míos-. Nad

ntimidante. Sus manos seguían sujetándome

-pregunté, tratando d

én-. Si hubieras estado en casa como d

atrevía a

epliqué, sintiendo cómo la i

noche sola en un bar? Se supone que

oritario me

con firmeza, tratando de

mpleto, y una mezcla de en

stro pase al crecimiento de la empre

ductor y encantador ahora se comportara como un imbécil frío y calculador. Un

. Los dos son unos oport

ojos y, con un tono

ue midas tus p

amé, cansada de toda e

a cara, como si intentara calmarse, intentando recuperar la comp

escuela y a reconciliarte con tu noviecito. Después tú y yo hab

un momento, hasta que la rabia y la frustración se apoderaron de mí. Maldije mi suerte

una pesadilla. ¿Cómo iba a vivir ahora bajo el mismo techo que Álvaro? Cada vez que lo

undo estuviera sobre mis hombros. Para mi fortuna, todos estaban ya sentados en la mesa,

tro. Nunca sabía si su humor sería malo o simplemente terrible. Mi suerte cambió para peor cuando Ál

sotros, a partir de ahora pronunció mamá al mismo tiempo que miraba de reojo

México -dije sin atisbo de ánimo en mi voz, nun

pondió, centrándose en la com

es -anunció mi padrastro con su tono autoritario de sie

orriera. Álvaro me miró fijamente; él sabía que Esteban y yo habíamos t

universidades privadas gracias a mí -agregó, con

ago se r

los días. Eso ya lo sé -respondí

ceño, visibl

e terminarás casándote con Est

ue la gota que

o interrumpí, con una mezc

habían logrado enfurecerlo. Golpeó la mes

! -gritó, su voz resonó e

llada, observando en silencio mientras mi padrastro me regañaba y

ntinuar su arenga, pero Pedro, el

a está el joven Esteban

é aliv

ias,

rando mi mochila. Mientras salía del comedor, miré de reojo a Pedro y le hice una se

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