lia
vi, supe que sería perfecto para salir con Esteban, y esta noche era la ocasión idea, iríamos a la inaug
arme por mi padrastro. Su tono había sido serio, y aunque no me dio detalles, me dejó inquieta. ¿Qué podrían e
combinaba con el vestido. Este era de un solo hombro, elegante pero no demasiado revelador. No quería llamar demasiado la atención, aunque, con mi cabello rojo
espejo. Me gustaba lo que veía. Salí de mi habitación con prisa, bajando las escaleras, pero me d
severo de lo habitual, como si estuviera
ercanía entre nosotros
ondí con simpleza, intentando
ededor de mi brazo, obligándome a girar hacia él. Mi ceño se fr
lvió a preguntar,
ál es. Es de un amigo del
Sus ojos, siempre tan profundos y oscuros, me observaron como si quisieran decir algo más, pero guardó
mirada se fijó en mí, intensa, llena de admiración y algo más... algo que no podía nombrar pero que hacía que mi corazón latiera más rápido. Estaba impresionante, su camisa de
que me dio después me hizo olvidar cualquier inquietud. Sus labios tenían ese inconfundible s
cariciando su mejilla y pasando mis dedos p
mirada, intensa y dominante, me desarmó por completo. Sentí cómo mi cuerpo respondía, una mezcla de nervios, algo que no podía ignorar per
sos pens
la te
No entendía por qué estaba actuando de esa manera. Álv
ó los ojos, su ma
ra mi novia -respondió con ironía, un to
lo decía todo. Desafiante, calculadora. Con un movimiento pausado, deslizó una mano
necesario que te p
gado de algo más que simple
aún sujetándome por la cintura, respondía co
ciando mi mejilla antes de girar
varo a través del parabrisas. Su mirada se mantenía fija en mí, indescifrable. Un escalofrío me recorrió
io con un tono divertido
manastro fuera tan s
par la sensación extraña
. Tal vez ha tenido un mal día -murmuré, má
ntimiento que no lograba sacudirme. Esteban me hacía sentir amada de una manera ta
.
ro D
qué Esteban Cazares podía estar con Emilia y yo no? Esa pregunta me taladraba la mente como
de un portazo y me dejé caer en el borde de la cama. Apreté mi cabeza con ambas manos, como si el simple acto de presionar pudiera sofocar
ar todo lo que encontraba a mi paso. La lámpara cayó al suelo con un estruendo, los libros volaron por
pirando con dificultad, intentando recordar los ejercicios de respiración que el doctor me había enseñado. Inhala profundo, cuenta hasta diez, exhala...
aques de ira habí
marco de la puerta, observándome con una mezcla de desaprobació
había pensado que había superado esto, que la ira que me había perseguido toda mi vida estaba contr
aire -murmuré, c
a más. Se hizo a un
mi estado. Caminé hasta el viejo fresno, ese árbol que había estado ahí desde qu
el odio y la impotencia que me carcomían. Ni siquiera sentí cuando la piel de mis nudillos comenzó a
uelo. El fresco césped parecía burlarse de mi calor interno. Miré mis manos
uerta principal. Su mirada recorrió mis manos, y su exp
Haz una cita con el psiquiatra -d
ra discutir. Solo asentí y subí
. Entré en la bañera y dejé que el agua caliente envolviera mi cuerpo, viendo cómo la sangre de mis mano
si hubiera sucedido ayer: descubrir que mi novia de la universidad me había sido infiel, el dolor insoportable, la dece
era solo atracción; era algo que no podía explicar. Su risa me traía calma, pero verla c
Necesitaba recuperar el control antes de que fuera demasiado tarde y recaer en mi enferme
ía al psiquia
 
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