ista de Ca
rante dos días había estado acostada en esta cama grumosa y desconocida, con una fie
del grito histérico de mi madre
e ahí! ¡Por el am
spacioso y soleado dormitorio con vistas al parque. Era una caja estrecha y con manchas de humedad en un edifici
a precariamente encaramado en el alféizar de la ventana abie
rostro manchado e hinchado por las l
igo! -sollozó mi madre,
, con la garganta en car
jos desorbit
niñita. Tod
entira sabiendo a ceniza en
e endureció
Tienes que ir con
edé h
Qu
lo que nuestra familia hizo por él, darle un lugar, una esposa... ¡nos lo debe! Debe seguir
upieran que me había entregado los papeles del divorcio con una sonrisa mientras hablaba de su verdadero
mi voz plana-. Se a
s su esposa! ¡Ve con él, Camila! ¡Usa tu belleza, tu encanto! ¡Haz lo que tenga
sofocante. Miré el rostro aterrorizado de mi ma
ré, la palabra un
quedaba, me compró un vestido. Era a
ojos brillando con una esperanza
Parecía una prostituta. La idea me revolvió el estómago. Qué chiste. Kael tenía
o había firmado ese acuerdo prenupcial sin luchar. ¿Tenía razón mi madre? ¿Había estado enamorado de mí? La id
mismos que no había esperanza. Tenía que dejar que me vieran ser
reluciente rascacielos como buitres esperanzados. La expresión en sus rostros cuando salí
shonrada. La socialité caída. Podía sentir sus ojos sobre mí, oír sus comentarios susurrados. Mantuve la cabeza alta, la espalda re
do detrás de un escritorio macizo, sin levantar la vista cuando entré. El poder en la habitación era una fuerza física, presionándome, expri
ezosa se extendió por su rostro, pero no llegó a sus
A qué debo
idadosamente const
. necesito
n susurro patético. Sentí mi
vaneció. Sus ojos
nios pensarías que tiene
sto no tenía sentido. Fui una
ome la vuelta para irme-.
ada acto privado de desprecio. Tenía todo el derecho a odiarme. Me merecía
sp
en la puerta. Me
rio y caminaba hacia mí, sus mov
ne un precio. Es una transacción, Camil
Mi cuerpo? La idea era ridícula. Este era el hombre que había dormido en un cat
queándome el paso. Se inclinó, su aroma -sándalo y éxito- llen
ermosa, Camila. S
inesperada, que jadeé. Lo empu
! ¡Tienes novia! ¡T
omprarme, como una mercancía barata, solo para humillarme.
epredador reemplazado por una fr
-dijo s
es. Huí de su oficina, mi corazón lat
cia mí en el segundo en
tó? -preguntó mi
la cabeza, in
mi padre-. ¡Después de todo lo que hic
nos debe nada. Fuimos horribles con él. Yo fui
omenzó a murmurar sobre encontrar un puente, y mi madre rompió a llorar. Me palpitaba la cab
lar, llamó a todos los amigos que tenía. Nadie respondió. Arrojó su teléfono contra la pared, gritando sobre los
voz débil-. Vuelve con él. Debiste haber obtenido
prenupcial que me dejaba sin nada. No podía a
ser humillada! -espetó mi herma
, sus ojos lleno
e humilló
bra raspando mi gar
ello de esa esperanza deme
portas. Solo se está
rtarlo más. M
uscar un
rte de gastar dinero y planear fiestas. Pero era her
l que había pasado innumerables noches, gastand
rendido de verme en la entrada de servicio. Pero cuando le dije que necesitaba un trabajo, un destello d
na locura ahí dentr
e vergüenza y esperanza. Quizás podría hac
champán ridículamente caro en la mano, mi rost
onces
a
de su brazo. Estaba rodeado de hombres que conocía: hijos de multimillonarios y gerentes de f
ética. Se reía, un sonido bajo y retumbante que nunca antes había oído. Me di cuenta entonces, con la fuerza de un golpe físico: el
a. Quería correr, desaparec
stado tratando de congraciarse con la mía durante años. Ahora, me miraba como si fuera algo que hubiera
s sobre mí, desnudándome. Sabía lo que
Por mi padre, por mi madre. Podía h
ía frágil, como si
e. ¿Les traigo otra
o que siempre había despreci
mil pesos si te pones de rodillas
sangre convirtiéndose en hielo. Miré a Kael, una s
ente indiferente, un espectador silencio
izo añicos. Rea
arcos -dije, mi voz so
arjeta de crédito negra-. Doscientos mil. So
mbre in
i te arrastras hasta aquí y la
ndí. No se trataba de mí. Se trataba de él. Kael debió haberles dicho que estábamos divorciados.
la ventana. Pensé en el aviso de d
r por una propina. No hay forma de que te desprendas de cuatrocientos mil. -Lo miré directam
o haría. Era p
a y la vergüenza lu
e todavía estás en
dinero que ofrecían... podría resolver tantos problem
ndo y temb
palabra sabiendo a ven
itu quebrándose, y comen
de tocar la alfombra, una mano fuerte
ten
Ka

GOOGLE PLAY