img Su fría venganza, un amor oculto  /  Capítulo 2 | 13.33%
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Historia

Capítulo 2

Palabras:2213    |    Actualizado en: 04/11/2025

ista de Ca

rante dos días había estado acostada en esta cama grumosa y desconocida, con una fie

del grito histérico de mi madre

e ahí! ¡Por el am

spacioso y soleado dormitorio con vistas al parque. Era una caja estrecha y con manchas de humedad en un edifici

a precariamente encaramado en el alféizar de la ventana abie

rostro manchado e hinchado por las l

igo! -sollozó mi madre,

, con la garganta en car

jos desorbit

niñita. Tod

entira sabiendo a ceniza en

e endureció

Tienes que ir con

edé h

Qu

lo que nuestra familia hizo por él, darle un lugar, una esposa... ¡nos lo debe! Debe seguir

upieran que me había entregado los papeles del divorcio con una sonrisa mientras hablaba de su verdadero

mi voz plana-. Se a

s su esposa! ¡Ve con él, Camila! ¡Usa tu belleza, tu encanto! ¡Haz lo que tenga

sofocante. Miré el rostro aterrorizado de mi ma

ré, la palabra un

quedaba, me compró un vestido. Era a

ojos brillando con una esperanza

Parecía una prostituta. La idea me revolvió el estómago. Qué chiste. Kael tenía

o había firmado ese acuerdo prenupcial sin luchar. ¿Tenía razón mi madre? ¿Había estado enamorado de mí? La id

mismos que no había esperanza. Tenía que dejar que me vieran ser

reluciente rascacielos como buitres esperanzados. La expresión en sus rostros cuando salí

shonrada. La socialité caída. Podía sentir sus ojos sobre mí, oír sus comentarios susurrados. Mantuve la cabeza alta, la espalda re

do detrás de un escritorio macizo, sin levantar la vista cuando entré. El poder en la habitación era una fuerza física, presionándome, expri

ezosa se extendió por su rostro, pero no llegó a sus

A qué debo

idadosamente const

. necesito

n susurro patético. Sentí mi

vaneció. Sus ojos

nios pensarías que tiene

sto no tenía sentido. Fui una

ome la vuelta para irme-.

ada acto privado de desprecio. Tenía todo el derecho a odiarme. Me merecía

sp

en la puerta. Me

rio y caminaba hacia mí, sus mov

ne un precio. Es una transacción, Camil

Mi cuerpo? La idea era ridícula. Este era el hombre que había dormido en un cat

queándome el paso. Se inclinó, su aroma -sándalo y éxito- llen

ermosa, Camila. S

inesperada, que jadeé. Lo empu

! ¡Tienes novia! ¡T

omprarme, como una mercancía barata, solo para humillarme.

epredador reemplazado por una fr

-dijo s

es. Huí de su oficina, mi corazón lat

cia mí en el segundo en

tó? -preguntó mi

la cabeza, in

mi padre-. ¡Después de todo lo que hic

nos debe nada. Fuimos horribles con él. Yo fui

omenzó a murmurar sobre encontrar un puente, y mi madre rompió a llorar. Me palpitaba la cab

lar, llamó a todos los amigos que tenía. Nadie respondió. Arrojó su teléfono contra la pared, gritando sobre los

voz débil-. Vuelve con él. Debiste haber obtenido

prenupcial que me dejaba sin nada. No podía a

ser humillada! -espetó mi herma

, sus ojos lleno

e humilló

bra raspando mi gar

ello de esa esperanza deme

portas. Solo se está

rtarlo más. M

uscar un

rte de gastar dinero y planear fiestas. Pero era her

l que había pasado innumerables noches, gastand

rendido de verme en la entrada de servicio. Pero cuando le dije que necesitaba un trabajo, un destello d

na locura ahí dentr

e vergüenza y esperanza. Quizás podría hac

champán ridículamente caro en la mano, mi rost

onces

a

de su brazo. Estaba rodeado de hombres que conocía: hijos de multimillonarios y gerentes de f

ética. Se reía, un sonido bajo y retumbante que nunca antes había oído. Me di cuenta entonces, con la fuerza de un golpe físico: el

a. Quería correr, desaparec

stado tratando de congraciarse con la mía durante años. Ahora, me miraba como si fuera algo que hubiera

s sobre mí, desnudándome. Sabía lo que

Por mi padre, por mi madre. Podía h

ía frágil, como si

e. ¿Les traigo otra

o que siempre había despreci

mil pesos si te pones de rodillas

sangre convirtiéndose en hielo. Miré a Kael, una s

ente indiferente, un espectador silencio

izo añicos. Rea

arcos -dije, mi voz so

arjeta de crédito negra-. Doscientos mil. So

mbre in

i te arrastras hasta aquí y la

ndí. No se trataba de mí. Se trataba de él. Kael debió haberles dicho que estábamos divorciados.

la ventana. Pensé en el aviso de d

r por una propina. No hay forma de que te desprendas de cuatrocientos mil. -Lo miré directam

o haría. Era p

a y la vergüenza lu

e todavía estás en

dinero que ofrecían... podría resolver tantos problem

ndo y temb

palabra sabiendo a ven

itu quebrándose, y comen

de tocar la alfombra, una mano fuerte

ten

Ka

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